Acostumbrados estamos ya a escuchar diariamente música creada o cantada por “artistas” que realmente aportan muy poco o nada a la cultura. Por cada estrella del mundo de la canción construida artificialmente, hay cientos de músicos extraordinarios cantando por cuatro “perras” en bares, restaurantes o hasta en la mismísima calle. Estos si llegan a emocionar a su público leal, mientras que los anteriores son los que disfrutan de sus bolsillos millonarios que les ofrecen los lumbreras de las compañías musicales. Muchos de los válidos viven en el anonimato y alternan su actividad en el escenario de bares con el asfalto puro y duro y aun así reciben las bendiciones del pueblo. Eso sí, el verdadero mundo de la música siempre ha reconocido, reconoce y reconocerá sus óptimas destrezas.
Así lo hace Rafael Amor, uno de ellos, que se ha ganado a pulso un nombre dentro de la música, mandando un consejo tajante, directo y conciso a los “iluminados” descubridores:
"Averigüen, los ladrillos de abajo sostienen la pared..."
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