No te ofrezco la paz, hombre de bien,
porque la paz no es una medalla:
esta paz, cobarde, que sin pausa
nos lleva a una vida esclavizada.
Para conquistar la PAZ, la verdadera,
antes del terror hay que librarla.
Yo proclamo el amor y la ternura,
el músculo, la lucha y las ganas,
la agilidad de mente, el fin del llanto,
la hoguera del deseo y la mirada.
Guarnecidos con luz, con alegría,
con sueños e ímpetu en el alma,
salgamos a implantar la PAZ, de cara,
a la otra, habrá que aniquilarla.
“Matadlos donde los encontréis, expulsadlos de donde os expulsaron.” (Coran 2,187)
“Matad (a los infieles) donde los encontreis, apresadlos, asediadlos y tendedles emboscadas”. (Coran 9,5)
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