Cuando todos ya se han ido,
en la penumbra triste
de un barcito viejo,
de un barcito viejo,
me retumba el grito
de mis viejos amigos,
de mis viejos amigos,
que un día partieron.
Me tomo un vino largo
por mi sed y la de ellos
y en un hondo letargo
y en un hondo letargo
yo me despierto solo
pensando que la vida
pensando que la vida
tan solo es un pañuelo.
Cuando me quedo solo
entre las telarañas
del tiempo y del olvido,
del tiempo y del olvido,
trajinan mis recuerdos
como en un viejo sueño,
como en un viejo sueño,
como un amor prohibido.
Jinetes de los tiempos,
hermanos de la noche,
siempre estarán conmigo,
siempre estarán conmigo,
amigos de la infancia,
amigos de las farras,
amigos de las farras,
que lejos se me han ido.
Y es luego cuando pienso
cuál es la justa medida
de la vida que vivo;
de la vida que vivo;
si todo lo que quiero
se me va de las manos
se me va de las manos
robándome el consuelo.
Y la morena aquella,
a la que tanto quise,
se esconde entre luceros,
se esconde entre luceros,
ni siquiera me espera,
ni siquiera ya me habla
ni siquiera ya me habla
con su loco sentimiento.
Cuando me quedo solo,
mamado hasta el cogote
en un barcito viejo,
en un barcito viejo,
un puñal de nostalgias
penetra mi garganta,
penetra mi garganta,
me deja sin aliento.
Y en esos ojos rojos
del narcótico amigo
se refugian mis miedos,
se refugian mis miedos,
porque me siento solo
y si algo quiero hablar,
y si algo quiero hablar,
ya ni una frase tengo.
Y entonces pienso cuántos...
Me voy quedando solo
entre las telarañas
entre las telarañas
del tiempo y del olvido..,
porque mis amigos,
porque mis amigos,
que lejos se me han ido.
Horacio Guarany (Adaptación: Felipe Pinto)
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