Mi voz se hace grito y la palabra
se queda pequeña en mi garganta,
al ver que a mis hermanos españoles
el sueldo que tienen no les basta.
El poder quiere que me calle,
así podrá doblegar al indefenso.
Le aterra que se conozca mi relato,
y que se haga extenso, como el viento.
Quieren censurarme,
que mi voz sólo hable de paisajes,
que no se sepa el dolor del compatriota,
al que dirigen a la ruina en su viaje.
Quisieran que susurre sueños dulces,
o romances de la lluvia y el rocío...
Mi voz va por todo español roto,
y su penuria y su mal los hago míos...
No puedo dejar pasar la valentía
y al gritarla, mi corazón arde;
valentía con la que murió mi abuelo
ante el fiero fusil de los cobardes.
Por eso grito aquello que otros callan,
mi silencio no es cobijo de traidores.
Doy luz al sufrimiento de este pueblo,
colmado hoy de espinas, no de flores.
En recuerdo del Capitán de fragata, D. Felipe Pinto Gómez (mi abuelo), caído por Dios y por España, cerca de las costas malagueñas en el motín llevado a cabo por las hordas marxistas, en agosto de 1936, en el buque Miguel de Cervantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario