Páginas

miércoles, 26 de noviembre de 2025

LA AGENDA REGULATORIA DEL MINISTERIO DE IGUALDAD


 


En España se ha instalado un poder que nadie eligió, un poder que opera en la sombra con una legitimidad que no proviene de las urnas sino de un entramado ideológico incrustado en el Estado, un poder que actúa como si fuera dueño de la moral pública y se arroga el derecho de decidir qué debemos pensar, cómo debemos educar a nuestros hijos y qué narrativas son aceptables en la vida social, y ese poder es la agenda regulatoria del Ministerio de Igualdad, un ministerio que se comporta como un gobierno paralelo y que lleva años colonizando instituciones mediante decretos silenciosos, órdenes técnicas imposibles de rastrear, subvenciones a dedo y organismos fantasmas que absorben dinero público sin control

Esta agenda no es una política pública ni un programa sometido al escrutinio democrático, es una maquinaria ideológica que se expande sin oposición real porque se ha camuflado tras conceptos aparentemente nobles, aunque en realidad utiliza esos conceptos como coartada para imponer una visión del mundo que divide a la sociedad, reescribe la convivencia y fabrica conflictos donde no los había, al tiempo que se alimenta de sus propios chiringuitos que justifican su existencia para seguir creciendo sin límite mientras los ciudadanos pagan la factura sin saber en qué se les está vaciando el bolsillo

La técnica que utilizan es siempre la misma y consiste en saturar el BOE de normas menores, instrucciones internas, actualizaciones de protocolos, modificaciones invisibles de reglamentos y ampliaciones de competencias que se aprueban sin debate público, sin diálogo con expertos independientes, sin escuchar a familias, docentes o profesionales de ningún sector, y siempre con la misma red de asociaciones subvencionadas que actúan como comisarios ideológicos y como supuestos interlocutores de la sociedad civil, una sociedad civil que, por supuesto, no representan porque dependen económicamente del propio Ministerio

En educación han convertido los colegios en laboratorios de reingeniería social donde se experimenta con menores ajenos, introduciendo contenidos militantes disfrazados de formación cívica, imponiendo talleres externos impartidos por colectivos ideológicos, alterando criterios académicos para introducir categorías políticas y presentando todo ello como modernización pedagógica cuando en realidad se trata de ocupar la mente de los alumnos desde edades tempranas mientras se rebajan conocimientos esenciales y se desplaza la responsabilidad educativa de las familias hacia activistas infiltrados en el sistema público

La cultura no es mucho mejor, porque se ha transformado en un coto de subvenciones para proyectos que repiten literalmente la liturgia del Ministerio mientras se margina cualquier expresión artística que no comulgue con su catecismo progresista, convirtiendo a creadores y compañías en mendigos ideológicos que deben adherirse a los dogmas oficiales para obtener financiación, lo que ha provocado que la cultura española sea hoy más pobre, menos plural y más dependiente que nunca, una caricatura de libertad sometida al chantaje económico de quienes reparten el dinero público

En el ámbito judicial la situación es aún más peligrosa, porque esta agenda introduce sesgos, privilegios ideológicos y asaltos directos a la seguridad jurídica mediante leyes redactadas a toda prisa, instrucciones internas que condicionan el trabajo de jueces y fiscales y cursos obligatorios de adoctrinamiento que se presentan como formación en igualdad, pero que en realidad funcionan como herramientas para desplazar la imparcialidad judicial y sustituirla por un marco político que favorece a quienes sostienen el poder y castiga a quienes lo cuestionan, lo cual socava uno de los pilares básicos del Estado de derecho

Los medios de comunicación, controlados mediante subvenciones millonarias, publicidad institucional selectiva, acuerdos de colaboración y manuales de estilo impuestos como condiciones para acceder a financiación, se han convertido en altavoces del Ministerio, repitiendo su retórica sin cuestionarla, bloqueando debates, invisibilizando a disidentes y creando una apariencia de consenso social inexistente, porque la mayoría de los españoles no comparte ni ha apoyado nunca esta agenda, pero tampoco puede expresarse libremente cuando cada micrófono está vigilado y cada frase debe ajustarse al molde ideológico que el Ministerio dicta

Mientras tanto, la red de chiringuitos sigue creciendo sin freno, multiplicando observatorios, institutos, comités, direcciones generales y consultoras afines que reciben dinero público sin evaluación independiente, sin controles externos y sin rendición de cuentas, formando un ecosistema parasitario que necesita inventar problemas para justificar su propia existencia y que por eso mismo jamás permitirá que se evalúen sus resultados reales, ya que su poder y su presupuesto dependen precisamente de que esos problemas nunca se resuelvan

Todo este entramado funciona como un régimen paralelo que utiliza el lenguaje de los derechos para justificar su control sobre la sociedad, que se oculta bajo campañas emotivas para evitar debates incómodos, que denuncia persecuciones imaginarias mientras ejerce un poder institucional descomunal y que se sostiene a base de dinero público, propaganda y miedo, miedo a disentir, miedo a cuestionar, miedo a señalar que esta agenda no la eligió nadie y, sin embargo, condiciona nuestras vidas más que ninguna ley aprobada democráticamente

España merece instituciones que respondan ante el pueblo, no que se impongan por encima de él, merece transparencia, debate, pluralidad y libertad real, y ninguna de estas condiciones se cumple mientras el Ministerio de Igualdad siga actuando como un Estado dentro del Estado, un Estado ideológico que crece a espaldas de la ciudadanía y que solo podrá frenarse cuando los españoles recuperen el derecho a decidir sobre aquello que afecta a su educación, su cultura, su justicia y su libertad, un derecho que este Ministerio ha intentado arrebatarles mediante imposiciones silenciosas que, afortunadamente, cada vez engañan a menos personas.

Felipe Pinto .

No hay comentarios:

Publicar un comentario