NATI MISTRAL
Natividad Macho Álvarez, más conocida por su nombre artístico, Nati Mistral (Madrid, 13 de diciembre de 1928), es una actriz y cantante española.
La actriz y cantante debe su apellido artístico a la escritora Gabriela Mistral (1889-1945), de la que su madre era gran admiradora. En sus comienzos, la joven Nati fue meritoria en el Teatro Español, pasó por la emisora RADIO SEU y, tras cursar estudios de música, canto y declamación. Sin embargo, tuvo que salir fuera de España para que los directores se fijaran en ella. Con la compañía Los Vieneses marchó a Alemania, actuando como cantante. Fue el desaparecido Luis Escobar quien le proporcionó su primer gran éxito al contratarla en 1957 para la revista musical Te espero en el Eslava y un año después, su continuación Ven y ven al Eslava. Juntos tuvieron nuevos éxitos en los años siguientes con los musicales La Bella de Texas o La Perrichola. Nati Mistral puede ser considerada la pionera de los grandes musicales en España: protagonizó la primera versión presentada en Madrid de El hombre de La Mancha, bajo dirección de José Osuna, en 1966.
Durante toda su carrera ha compaginado la música con el teatro, grabando canciones tan populares como Flor de té; Bajo los puentes de París; Mala entraña; Agua que no has de beber; Paisajes de Catamarca; Tata Dios; Guitarra, dímelo tú; Yo vi llorar a Dios; No soy de aquí; Bien se ve; El corralero; y La balada para un Loco. Ha cantado también una de las versiones más castizas de la zarzuela La Gran Vía.
Ha triunfado como actriz dramática en producciones de Divinas palabras, con la que se inauguró el Teatro Bellas Artes en 1961, Fortunata y Jacinta, 1969; Medea, 1970; Isabel Reina de Corazones, 1983, La Chunga, 1987; Los padres terribles, 1995; Café cantante, 1997; La Malquerida, 2000; La Celestina, 2001 y, más recientemente, La Dorotea, 2001; Inés desabrochada, 2004, La duda, 2006 y Tras las huellas de Bette Davis, 2007. En Buenos Aires fue empresaria de su propio teatro –el Avenida- junto al actor Alberto Closas.
Menos frecuentes han sido sus apariciones en cine, aunque ha rodado, entre otras películas, Maria Fernanda la Jerezana (1946); Las inquietudes de Shanti Andía (1947); Currito de la Cruz (1949) o Mi Buenos Aires querido (1962).
Distinciones y Premios recibidos:
Lazo de dama de la Orden de Isabel la Católica
Premio de la Asociación de Críticos de Nueva York en 1970
Nacional de Teatro en 1997
Premio Mayte en su categoría de Honor a su trayectoria artística en 2006
Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras en 2007
Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2007
Premio Nacional de Teatro ''Pepe Isbert'' de la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros de España (AMITE) en 2007
Nati falleció en Madrid el 20 de agosto de 2017.
ENTREVISTA REALIZADA POR JESUS MARIA AMILIBIA
Para ilustrarme sobre lo efímero de la vida y de la fama y lo relativo que es casi todo (Nati es muy ilustradora), cuenta cómo en la cumbre de su vida artística y un día que iba poco pintada, una señora le confundió con Celia Gámez en la cola del autobús.
–¿Qué le tiene muy cabreada últimamente?
–La política tan puta que tenemos.
–¿Y qué me dice de la vida en general?
–La vida es una estafa, una mierda. Ya decía Calderón que «todo bien es pequeño», y aquello de «La vida es sueño»: «Que alguien intente reinar viendo que ha de despertar en el reino de la muerte...»
–Bueno, usted ha reinado en los escenarios...
–Me ha rondado el éxito y siempre lo he huido, inconscientemente. Mi cuerpo lo quería, pero no mi alma.
Calderón, Lope, Tirso o Lorca (o la letra de un tango), siempre en la punta de los labios, como pilar en el que apoyar sus propios pensamientos o como lanzas que pinchen un poco la estupidez y nos despierten. Tiene en la cabeza a los clásicos, la gran memoria intacta. Dice, grave y rotunda, que si no fuera mayor se volvería a marchar de España.
–Pero, Nati, en todos los países pasan cosas...
–Ya, pero no te importan o te afectan menos. Aquí, duelen. Las cosas de España me duelen. Y me duelen todos los días.
–Creo que le mantiene tan viva la vehemencia...
–La mala leche. Yo soy la primera tonta, pero no lo suficiente para no ver que los demás también lo son.
–No sé si se considera una superviviente...
–Sí, lo soy. Pero yo le pido la muerte a Dios todos los días. El actor George Sanders se despidió diciendo: «Adiós, idiotas». Yo quiero decir «Adiós, pelotudos», así, en homenaje a mi querida Argentina.
–¿No quiere ser rescatada de algo?
–De nada. Si te rescatan, eres esclavo del rescatador.
Para Nati el ser humano es una decepción constante: «De vez en cuando sale uno bueno, parece que las cosas van a cambiar, pero no cambia nada; avanza la tecnología, pero no salimos del primitivismo». Un día me dijo que el hombre era malo, hoy me dice que en realidad es algo bastante peor: «Es tonto, y si no fuera por el miedo, aún sería más cruel; somos un bichito lleno de miedos. Somos tontos».
–Un bichito que adora el éxito...
–El éxito es mentira: nada más irte, nadie se acuerda de ti, sobre todo si eres artista. Se acuerdan de Fleming o de Napoleón, ¿pero quién se acuerda de María Guerrero? Bueno, es la vida: hay que ser efímero, como las rosas.
–Enseña mucho los dientes, pero no muerde, ¿eh?
–No vale la pena morder. Recuerdo lo que me decía la intérprete que me pusieron en Alemania cuando yo me cabreaba mucho por algo y con alguien: «Nati, déjales morir tontos». Pues eso.
–Se declara de la derecha furibunda...
–Sí, porque creo en Dios, en la bandera, en la patria y me gusta el cocido. No soy nada que acabe en «ista»: ni comunista, ni socialista, ni franquista. Me gustaba José Antonio Primo de Rivera. Me parecía un ser excepcional.
No tiene nostalgia de nada. A esta mujer que pide todos los días la muerte y que vive en la contradicción de estar tan viva, el ánimo le viene, dice, de que aún quiere conseguir cosas, «por ejemplo, andar por esta zona del Bernabéu en bicicleta, viajar a la India, volver a Berlín. Como cantaba la gran Marlene Dietrich "Todavía tengo una maleta en Berlín...". Ella y Cary Grant son los que más me han gustado». Si volviera a nacer sería misionera, «de alguna manera lo soy: llevo la buena palabra a los demás». Ahora la lleva otra vez a Buenos Aires, al Maipo: «Para los argentinos no tienes edad; aquí cumples los 50 y ya te han borrado; a mí me han borrado hasta del corte del Teatro Español porque no tengo e-mail».
–¿Ha sido mujer de novios, maridos o amantes?
–He estado demasiado ocupada para tener amantes. Las artistas somos, por lo general, muy desgraciadas en el amor. Mi padre no quería que fuese artista: creía que todas eran unas frescas; no sabía lo que se trabajaba.
–Dice que no existe el amor...
–Y no existe. Existe el metejón, el deslumbramiento, la pasión temporal. Sólo somos un bichito que come, duerme, jode y se muere. La vida no es nada. Yo canto porque hay que hacer algo. Creo que mi fin en esta vida es llevar los poetas a la gente. Y eso hago.
–Pero tiene una gran fe...
–Sí, en Dios. Si no fuera por esa fe, ya me habría suicidado.
Cree que los poetas son visionarios, mantiene que ha sido pobre siempre, «incluso cuando era rica, era pobre, porque siempre he vivido una vida simple, sin ofender». Su epitafio: «Intentó ser justa».
HACIENDO MEMORIA:
Su salto a la fama
«A los 15 años, cuando gané un premio en Radio Madrid cantando un fado; me dieron un disco y 1.500 pesetas, con las que mi madre me compró mi primer abrigo de piel, de mouton».
Momento feliz
«Será el día que me muera. Mi trinidad artística podría ser: "Divinas palabras", "Bodas de sangre" y "La Celestina". Y una buena canción».
Momento triste
«Cuando se pierde a los seres queridos, pero eso es algo que ya sabes que va a ocurrir. Me irrita la muerte, pero no me entristece mucho. Yo acepto lo que Dios me da».
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