Los españoles, por lo menos desde que yo tengo uso de razón, siempre hemos sido hospitalarios con nuestros visitantes fueran del país que fueran, fueran de la raza que fueran y fueran de la religión que procesasen.
De unos años a esta parte la izquierda, con el beneplácito de la derecha, nos ha ido comiendo la cabeza, tanto en el parlamento como en los medios de comunicación de que eramos unos malvados racistas y que esto era inaceptable, lo cual es totalmente falso, al menos, en la primera afirmación.
Todo ello ha derivado en un proteccionismo sin límite de grupos de otras razas o religiones y sobre todo de los islamistas, que en un primer momento, lógicamente, han apoyado a los partidos de izquierda viendo en sus políticas un pasaporte a sus propósitos conquistadores, además de, entre otras cosas, cometer el mayor y más grave atentado ocurrido en nuestra nación.
Desde hace ya algún tiempo, existen, en casi todos los núcleos urbanos, barrios que son verdaderos guetos de comunidades extranjeras, latinas, marroquíes, de países del este y por supuesto musulmanas, en los que el poder acceder a ellos, con tranquilidad, es una auténtica utopía para cualquier persona de raza blanca, pues esta acción le conllevaría un peligro sin límites.
El tan sólo pasear en cualquiera de ellos es un alto riesgo a la integridad física pues lo más seguro es acabar siendo víctima del racismo más intolerante...
Pero estos hechos no llegan al conocimiento de la mayoría de la masa española de población porque a la izquierda no le interesa perder los votos inmigrantes y la derecha, cobarde, asiente preocupada por el que dirán.
Yo digo que ya está bien, que tenemos que rebelarnos ante estos lavados de cerebro que a lo único que van a llevar es a que nuestros nietos sean pasto de todo el racismo criminal venido de fuera de nuestras fronteras y que, con el engaño de hacernos creer culpables en discriminaciones, estamos permitiendo sin mover un dedo, sin hacer ni una leve protesta.
Que me tachen de lo que quieran. Sabe Dios que no soy racista, ahora bien, lo que no puedo permitir, es que ataquen y coarten la libertad a mi familia, a mi vecindad o a mis compatriotas y yo quedarme de brazos cruzados.
Esta carta que hago pública, es mi primer paso e invito a todos los que igual que yo piensen, a compartirla e incluso a enriquecerla más.
Gracias, amigos, por vuestra atención.
P.D. Adjunto vídeo de lo que ya pasa en nuestro país vecino, Francia, que seguro que también ocurre en muchos punto de mi querida España y si aun no es así, a las puertas estamos
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