"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

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sábado, 11 de octubre de 2025

MACHADO: LA VICTORIA DE LA PAZ ANTE LAS BARBARIES COMUNISTAS

María Corina Machado y el Nobel de 
la Paz que sacude a las dictaduras 
bolivarianas y a sus cómplices europeos
 

La concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado representa mucho más que un reconocimiento personal. Es una bofetada política a las dictaduras bolivarianas y a todos sus cómplices internacionales. Es, además, un rayo de esperanza para millones de venezolanos que, tras más de dos décadas de represión, corrupción y miseria, ven en esta mujer la encarnación de la resistencia moral frente a un sistema que ha saqueado su país en nombre de una falsa revolución. El Comité Nobel, al premiarla, ha reconocido su lucha incansable, su valentía cívica y su dignidad ante el poder absoluto.

María Corina Machado ha sido, durante años, la voz más clara y firme contra el régimen de Hugo Chávez primero y de Nicolás Maduro después. Perseguida, inhabilitada, amenazada y difamada, jamás se rindió. Representa al pueblo venezolano que ha sido encarcelado, empobrecido y silenciado, pero que no ha perdido su fe en la libertad. Su Nobel no es un galardón simbólico, sino un reconocimiento histórico que desmonta el discurso hipócrita de quienes todavía pretenden justificar el chavismo como un proyecto social.

El premio llega, además, en un momento clave, tras las elecciones fraudulentas de 2024, en las que Maduro volvió a proclamarse vencedor, pese a que todas las observaciones internacionales y los recuentos paralelos apuntaban al triunfo del opositor Edmundo González. Ese fraude, ejecutado con la maquinaria del miedo y la manipulación, mostró una vez más la naturaleza dictatorial del régimen. Frente a esa farsa, María Corina Machado se convirtió en el símbolo de la verdad, la coherencia y el valor, demostrando que el espíritu de Venezuela no se rinde ni ante los fusiles ni ante las mentiras.

Pero este Nobel no se queda en Caracas. Su eco resuena en todos los regímenes comunistas y populistas que, bajo discursos de igualdad y justicia social, esconden la represión, la miseria y la corrupción. Desde La Habana hasta Managua, pasando por todos los que en el mundo aún pretenden legitimar el totalitarismo con palabras dulces, este reconocimiento los deja desnudos. La paz que defiende Machado no es la del silencio impuesto, sino la del respeto a los derechos humanos y la soberanía del pueblo.

Y en España, el golpe moral es doble. Porque el galardón a Machado ilumina también las sombras de nuestra política exterior y pone al descubierto las relaciones oscuras del gobierno de Pedro Sánchez y su entorno con la narcodictadura venezolana. No hablamos de rumores, sino de hechos. Durante años, figuras de Podemos y de la Fundación CEPS, germen ideológico del partido, trabajaron directamente para el régimen de Hugo Chávez, cobrando millones por asesorías políticas que sirvieron para maquillar ante el mundo la dictadura venezolana. Y más tarde, cuando el régimen ya se hundía en la represión y el narcotráfico, la diplomacia española volvió a mancharse con el episodio vergonzoso de Delcy Rodríguez.

Aquel episodio, ocurrido en enero de 2020, fue uno de los momentos más oscuros de la política exterior española reciente. Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Maduro y sancionada por la Unión Europea, aterrizó en el aeropuerto de Barajas a pesar de tener prohibida la entrada en territorio comunitario. Fue recibida de madrugada por el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que acudió personalmente a reunirse con ella, mientras el resto del gobierno fingía ignorancia. Se habló entonces de las famosas maletas que acompañaban a la delegación venezolana, maletas que nunca fueron revisadas y cuyo contenido jamás se aclaró. Pero nadie con un mínimo de sensatez cree que allí solo hubiera ropa. Todo apunta —y así lo señalaron medios internacionales— a que en aquellas maletas viajaban documentos, oro o dinero con destino a Madrid, en operaciones de dudosa transparencia.

El silencio del gobierno español fue tan atronador como revelador. Ni Pedro Sánchez, ni el entonces ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, ni el propio Ábalos ofrecieron una explicación convincente. La escena de una representante de un régimen sancionado entrando en suelo europeo, protegida por miembros del gobierno español, quedará para siempre como uno de los mayores escándalos diplomáticos de nuestra historia reciente. Ese episodio, lejos de ser una anécdota, demuestra la connivencia ideológica y material entre el sanchismo y el chavismo. No fue solo una visita secreta: fue el símbolo de una alianza de intereses, de un intercambio de favores y silencios que se mantienen hasta hoy.

Por eso el Nobel a María Corina Machado tiene también una dimensión europea y española. Obliga a mirar de frente esa complicidad vergonzosa, a reconocer que mientras una mujer arriesgaba su libertad en Caracas, algunos de nuestros dirigentes se reunían en la oscuridad de un aeropuerto con los enviados de una dictadura. Machado representa la dignidad de un pueblo que no se vende; sus enemigos, dentro y fuera de Venezuela, representan el cinismo y la corrupción que han contaminado la política internacional.

La diferencia moral es abismal. Mientras María Corina sufre amenazas, persecución y exilio por defender los derechos de su pueblo, Pedro Sánchez y sus socios se han beneficiado del silencio y de la colaboración con un régimen que pisotea esos mismos derechos. Su gobierno, tan dispuesto a hablar de feminismo y de derechos humanos cuando le conviene, calla ante la represión de las mujeres en Caracas, ante los encarcelamientos arbitrarios y ante la censura sistemática.

Por eso este Nobel no solo reconoce a una mujer, sino que desenmascara a todos los que, por cálculo o por cobardía, han sido cómplices del mal. Es un toque de atención a la comunidad internacional y una advertencia para España: ya no hay excusas. O se está con la libertad o con los verdugos.

María Corina Machado ha dedicado el premio al pueblo venezolano, pero su mensaje va más allá de sus fronteras. Es un mensaje de esperanza para toda América Latina y una lección para Europa. La libertad no se negocia, no se vende, no se intercambia por intereses comerciales ni por afinidades ideológicas. La libertad se defiende, y quien la defiende, aunque esté sola, representa a toda la humanidad.

Hoy, el mundo libre ha hablado. Al premiar a María Corina Machado, ha dicho basta a las dictaduras que se esconden tras banderas rojas y discursos vacíos. Ha dicho basta a la hipocresía de los gobiernos que pactan con tiranos y se enriquecen con su miseria. Y ha recordado a todos los pueblos oprimidos que la verdad, aunque tarde, siempre acaba imponiéndose.

El Nobel de la Paz para María Corina Machado no solo honra su coraje, sino que restituye la dignidad de Venezuela ante el mundo. Y deja a los cómplices europeos —incluido el gobierno de España— frente a su propia vergüenza.

Felipe Pinto 



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