Con el pucho de la vida apretado entre los labios,
la mirada turbia y fría, y un poco lerdo el andar,
dobló la esquina del barrio y curda ya de recuerdos,
como volcando un veneno, esto se le oyó acusar:
Vieja esquina de mi barrio donde he dado el primer paso,
vengo a vos gastado el mazo en inútil barajar,
con una llaga en el pecho, con el tiempo hecho pedazos,
que lo perdí en un abrazo y hoy me diera la verdad.
Aprendí todo lo bueno,
Aprendí todo lo malo,
Sé del beso que se compra,
sé del beso que se da;
del amigo que es amigo
siempre y cuando le convenga,
yo sé que con mucha plata...
uno vale mucho más.
Aprendí que en esta vida
hay que llorar, si otros lloran,
y si la burla se ríe uno se debe reír;
no pensar, ni equivocado, ¿para qué?,
total se vive,
y por ahí corres el riesgo
Que te bauticen «gil».
La vez que quise ser bueno, en la cara se me rieron.
Cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar.
La experiencia fue mi amante, el desengaño mi amigo.
¡Cada carta tiene contra y toda contra se da!
Hoy no creo ni en mí mismo, para que, si todo es falso
y aquél el que está más alto es igual a los demás.
Por eso no han de extrañarse si en esta noche, borracho,
me vieran pasar del brazo con quien no debo pasar.
Aprendí todo lo bueno,
Aprendí todo lo malo,
Sé del beso que se compra,
sé del beso que se da;
del amigo que es amigo
siempre y cuando le convenga,
yo sé que con mucha plata...
uno vale mucho más.
Aprendí que en esta vida
hay que llorar, si otros lloran,
y si la burla se ríe uno se debe reír;
no pensar, ni equivocado, ¿para qué?,
total se vive,
y por ahí corres el riesgo
Que te bauticen «gil».
Letra: Francisco Gorrindo «Froilán»)
Música: Roberto Greta
Chino Martinez / Las cuarenta
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