
Vuelva a mi canto, querida mía
Vuelva y alegre mi corazón,
que desde el tiempo de nuestro acuerdo,
sigue una estrella guiándonos.
Si de lo eterno llega la aureola,
ganando espacio, rodeándonos
y protegidos por el Divino,
la providencia y la Fe de Dios.
Y las fragantes, tímidas lilas,
dando su polen, dirán mejor,
con el arrullo del que te quiere,
lleno de sueños, lleno de amor.
Vieve el perfume de los recuerdos
desde el principio de la ilusión;
siempre, con luces, sin el misterio,
nos va alumbrando le fe en Dios.
RR
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