mi desesperación,
mi diapasón de vino.
Esta pureza de mi angustia
únicamente están autorizados a ejercerla
aquellos que me aman.
Nadie puede saber lo que me pasa,
o lo que no me pasa,
impunemente.
Los únicos que saben
-y están debidamente autorizados para ello-
son aquellos que me aman.
Aquellos que me aman
son herederos de todos estos sueños
que jamás se han cumplido.
Y de esta flor que, no sé por qué razón,
insiste en perfumarse entre mis manos.
Nadie puede saber lo que me pasa,
o lo que no me pasa,
impunemente.
Los únicos que saben
-y están debidamente autorizados para ello-
son aquellos que me aman.
Aquellos que me aman
son herederos de todos estos sueños
que jamás se han cumplido.
Y de esta flor que, no sé por qué razón,
insiste en perfumarse entre mis manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario