Llevando un muchachito sujeto de la mano,
se presentó al sargento que estaba en la estación.
El mundo esta perdido, le dijo asombrado;
apenas 7 años, tan chico y ya ladrón.
El niño mientras tanto lloraba amargamente
y que es lo que ha robado, dijo la autoridad.
Robó un ovillo de hilo, le respondió el librero...
A todos estos pillos, tendrían que encerrar.
Señor, yo no lo niego, es cierto que he robado.
Me faltaba tan poco para poder llegar
con esta cometita hasta el azul del cielo,
alli donde se fue anoche mi mamá...
No ven que hay una carta pegada a la cometa...
No me alcanzaba el hilo y mire mi señor,
no lo pensé dos veces, mas me pilló el librero...
Le juro mi sargento, por eso fui ladrón...
Si han de llevarme preso lo siento por mi madre;
por esta pobre carta que nunca ha de llegar
en ella le pregunto porque se fue tan lejos
dejándonos tan sólos a mi y a mi papá.
Sin pronunciar palabras lo acarició el sargento
y respondió el librero con ganas de llorar,
poniendo entre sus manos aquel ovillo de hilo,
"Ahora si, seguro, tu carta llegará".
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