LA ANOCHECIDA
Melancolía con la que el tiempo atrapa a los valientes,
En su red, envuelve a los que no tuvieron miedo.
Se apodera, de sus manos, de su mirada y de su aliento...
Y les conduce a una absurda batalla ya perdida:
la de dar vida a lo que ya no tiene vida.
Aquel país, aquel paisaje, aquella gente;
aquellas casas que no queremos que se vayan.
Las acariciamos y sacudimos su letargo,
que no las lleve a una irremediable muerte.
La maraña de la melancolía, siempre las protege.
Se acaba el día ¿habrá otro? –No lo esperes...
Disfruta de esta noche, baila y ama.
Bajo las estrellas los besos son más dulces;
bajo el azul cielo el baile es más alegre.
La melancolía, en la noche, es la ternura.
Y al final, una tenue luz de vida
de este pais, que un día fue el nuestro
y hoy se apaga, derrotado, en la nostalgia.
Sólo le queda una música, distante, que huye,
como perdida entre las ruinas de su sombra.
Como derrotadas banderas de humo al viento,
la esperanza, con lejana claridad, la cara asoma,
con no una, sino muchas preguntas sin respuesta.
O solo una pregunta pero con demasiadas réplicas.
¿De verdad, vas a soñar con el nuevo día?
Adiós, adiós; que en inmenso fuego de encinas,
un instante de luz, alumbre nuestra vida,
que crepite la leña del corazón ardiente
y cante nuestra voz en la oscura noche del olvido.
Que quede siempre en mi, LA ANOCHECIDA...
Melancolía con la que el tiempo atrapa a los valientes,
En su red, envuelve a los que no tuvieron miedo.
Se apodera, de sus manos, de su mirada y de su aliento...
Y les conduce a una absurda batalla ya perdida:
la de dar vida a lo que ya no tiene vida.
Aquel país, aquel paisaje, aquella gente;
aquellas casas que no queremos que se vayan.
Las acariciamos y sacudimos su letargo,
que no las lleve a una irremediable muerte.
La maraña de la melancolía, siempre las protege.
Se acaba el día ¿habrá otro? –No lo esperes...
Disfruta de esta noche, baila y ama.
Bajo las estrellas los besos son más dulces;
bajo el azul cielo el baile es más alegre.
La melancolía, en la noche, es la ternura.
Y al final, una tenue luz de vida
de este pais, que un día fue el nuestro
y hoy se apaga, derrotado, en la nostalgia.
Sólo le queda una música, distante, que huye,
como perdida entre las ruinas de su sombra.
Como derrotadas banderas de humo al viento,
la esperanza, con lejana claridad, la cara asoma,
con no una, sino muchas preguntas sin respuesta.
O solo una pregunta pero con demasiadas réplicas.
¿De verdad, vas a soñar con el nuevo día?
Adiós, adiós; que en inmenso fuego de encinas,
un instante de luz, alumbre nuestra vida,
que crepite la leña del corazón ardiente
y cante nuestra voz en la oscura noche del olvido.
Que quede siempre en mi, LA ANOCHECIDA...
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