jueves, 11 de septiembre de 2014
EL NUEVO DÍA
Se oye cantar a un jilguero
desde el filo de una rama
que con su silbido llama,
de lejos, a otro jilguero.
El sol ya se viene entero
asomando desde el alba
y se extiende como el agua
sobre su cauce infinito.
Yo quiero lanzar un grito
al azul de la mañana.
Desaparece el rocío,
de entre los autos mojados;
el cielo, antes estrellado,
se ha perdido en el camino.
El día que es peregrino
que el tiempo dejó olvidado,
en un andar trasnochado
de penas y desventuras,
enteras, sus amarguras,
las lleva, desconsolado.
Luego, en la siesta cansada
el día pierde su brillo;
el sol, se siente un membrillo
de semillas coloradas.
Las horas, como si nada,
bordan su tinte amarillo
y se oye un canto en corrillo
que en la noche va a esparcirse;
parece el aullido triste,
de algún perro lazarillo.
De pronto, ya todo es calma,
solo el silencio se siente
y en un gemido creciente,
se oye hasta el latir del alma.
La noche, como una palma,
abre su mano doliente
y se sienten nuevamente
las estrellas silenciosas;
cansado, el día reposa,
su sueño de amor ausente.
(Chino Martínez)
(Adaptación.- Felipe Pinto)
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