He cumplido ya más de 60 años. Me miro en el espejo y pienso en la vida que me tocó vivir en el seno de una familia maravillosa y en la vida que, después, decidí seguir como propia.
Me gustan las marcas del tiempo en mi rostro, en mi pelo, en mis manos, las huellas de mi andar.
Sigo con mi profunda fe en Dios y con la esperanza de futuro intacta y creo que eso debe tener relación directa con mis sueños, a los que no he renunciado jamás.
Sigo aquí, aun, con muchas más preguntas que respuestas y eso me alegra profundamente.
Me atrae el interés de aprender con que me sorprendo día a día. Sin él estoy seguro que no sabría cómo continuar.
Agradezco el amor que he recibido, el que he dado, el que recibo y el que puedo dar. Amor que es manantial con vertiente luminosa y que sin él nada es posible.
También doy gracias a la Vida por la gran fortuna que he tenido de conocer a tantos que ya no están y a los que tanto echo de menos.
Tengo en la música mi sosiego porque su idioma es el idioma de lo entrañable, refugio del corazón, la memoria que alimenta mi camino.
Intento intensificar mi salud con mi continuo aprendizaje, con lo que guardo y no olvido, con lo que he elegido y con el pensamiento en lo que volveré a elegir.
Os deseo una óptima salud a todos vosotros, sobre todo, a los que siempre estáis al lado de mis acciones y de mis palabras.
A pesar de todo lo ya realizado y creo que aun me queda bastante por hacer, todavía puedo tomar un pequeño papel y escribir, sin que me tiemble la mano, y eso me hace inmensamente feliz.
Como despedida, os dejo un ardiente abrazo sincero en este fin de año, tan distinto y tan igual al mismo tiempo y os mando mis mejores deseos de ventura y felicidad para el año que empieza y también para el resto de vuestro, espero, muy largo futuro.
Vuestro amigo, Felipe Pinto.
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