"YO, YOLI"

Yoli, proveniente de una familia de la aristocracia sindical, es considerada por el pueblo como una inepta. A pesar de ello, valiéndose de su capacidad de cercanía personal (y por ser sobrina política de Tiberio Beiras), consigue mantener sin gran esfuerzo contactos al más alto nivel con las élites locales y diversos grupos de poder. En aquellos turbulentos tiempos de rencillas internas y luchas fratricidas había decidido maximizar sus defectos para evitar ser una víctima más de las arteras puñaladas traperas.

A nuestra heroína, carambolas de la vida, le sonríe al fin la fortuna cuando Pablo Calígula, emperador de toda las Iglesias comunistas, feministas, elegetebeístas, animalistas y veganas, necesitado de permanentes adulaciones y profundamente desequilibrado, cae rendido ante sus dotes, mañas, dominio de las modas imperantes y bien estudiados encantos y decide convertirla en su mano derech..., digo izquierda, al objeto de que sea investida como su sucesora in péctore. Tras la caída en desgracia del maníaco e insano emperador, Yoli es aclamada por todas las legiones de plumillas responsables de la transmisión de buenas nuevas a la plebe, todas las cosas chulísimas que la casta de la clase gobernante ejecuta por su bien, ofreciéndole pan y circo constante. Nada de aburrimientos.

Yoli, en virtud de su nuevo cargo, arropada por grandes lideresas de su entera confianza y de la talla moral e intelectual de la Oltra, la Colacau, la MeMa y la Fátima Hijab, emprende la conquista de la Isla Electoral progresista sin amilanarse ante nada, demostrando un coraje inigualable, capaz de recolectar cuatro berberechos en diez minutos.

¿Qué acontecerá al regreso de Yoli de sus muy exitosas conquistas por esas remotas islas electorales rodeadas de mares embravecidos en las que habitan los palurdos?

Tiene chiripa y le suena de vez en cuando la flauta. Es Yoli, la chiripitifláutica.