Así como, en la adolescencia hipnotiza una muchacha, así como se ama en romántica emoción, así empecé a quererte, Formentera...
Desde las playas donde bañé mis tardes hasta las noches en las que bebí el alma libre del vino de tu pueblo, me contagió de ti el misterio de tu suelo.
Con mis hermanos de camino, descubrí Mitjorn, Es Caló, Illetas ó el Faro de La Mola y tu costa, que cautiva con el fascinante duende que desprende el rumor de las olas al chocar contra las rocas en agitada aurora.
Quiero dibujar en esta isla mi idílico caminar, plasmando mis versos encima de su arena para perdurar por siempre y en infinita lontananza, sin que, al mezclarse con las piedras, pueda el agua borrar la huella de mi corazón.
Pura esencia es el sabor de Formentera y su profundo olor mediterráneo abraza ese mar que un cantautor enalteció y en el que mi padre vio la luz por vez primera.
Luz de felices sentimientos insertados en mi alma, que llevaré conmigo hacia donde sopla el viento y donde quedarán prendidos mis recuerdos, por siempre, en la Eternidad.
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