"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

Al mejor padre del Mundo

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lunes, 4 de noviembre de 2013

LA HORA DE DESAPRENDER


"En la vida todos tenemos un secreto inconfesable, un arrepentimiento irreversible, un sueño inalcanzable, y un amor inolvidable..."



Las mujeres y hombres maduros de ahora hemos llegado a una edad maravillosa en la que emprendemos el camino del desaprendizaje.
Fuimos educados con la creencia de que debíamos ser los mejores en todo: mejores estudiantes, mejores esposas, mejores esposos, mejores profesionales, mejores madres y padres, etc.
Fuimos criados con la creencia de que TODO (lo bueno) es pecado.
Ha llegado la hora del desaprendizaje o lo que mi hija llama graciosamente, el importaculismo. ("Todo me importa un culo"). Ha llegado la hora de decir NO en muchas ocasiones, de mandar a la mierda los compromisos y las obligaciones.
Pasó la hora de las responsabilidades que te quitan el sueño.
Ahora nos gusta estar solos, disfrutar buenas conversaciones con gente que no nos insulta y que cree lo mismo que nosotros o que no le importa que opinemos diferente.
Es la hora de hablar de todo sin necesidad de sostenerlo como medio de defensa.
Es hora de ver películas, de estar en la playa, en una finca durante la semana, de leer, de escuchar música, de sonreír y de burlarse de la mayoría de los mortales que viven pendientes de idioteces.
Nosotros ya hemos de mostrado  que supimos atender nuestras responsabilidades, que hicimos las cosas lo mejor posible, que dejamos huellas, que somos buenas personas.
Lo que nos queda de vida es para nosotros, para disfrutar, para cumplir el mandamiento divino de amarnos a nosotros mismos. Por eso vamos a hacer lo que nos da la gana.
Viajar al máximo, tomando una copa ó café con amigas y amigos, conversando con todo el que nos encontremos.
Ya pasó la época de los roles. Lo que fuimos, fuimos; ahora somos para nosotros mismos sin tener que rendir cuentas a nadie.
Los demás seguirán su camino de responsabilidades y de afanes, de preocupaciones y nerviosismos. Nosotros ahora, estamos por encima del bien y del mal.
Vamos al fútbol, al cine, al teatro, asistimos a conferencias y si no nos gusta nos salimos sin que nos importe, redescubrimos al Quijote y a Platón o Aristóteles.
Ahora asistimos con mayor frecuencia a funerales y nos damos cuenta que algún día llegará el nuestro, pero estamos preparados, pues al fin y al cabo vivir es mortal.
La vida es para nosotros una profunda experiencia interior, lejos de mitos, ritos, limosnas y pecados sin fin.
Es la hora de empezar a relajarnos y de conversar largas horas con uno mismo, que es el único que permanece siempre, ahora y después de que abandonemos la nave del cuerpo.
Nos rodeamos ya de pocos seres, a los que amamos profundamente y que seguirán viviendo sus propias experiencias, estemos nosotros o no.
Mandaremos a hacer puñetas a la gente que nos molesta, que nos da por culo...
Quienes nos buscan sin egoísmos van a encontrar una sonrisa, una mirada tierna y comprensiva, un consejo acertado o no, afecto.
Somos, ahora sí, libres de ataduras, de prejuicios, de creencias. Somos libres pues no le tememos ni a la vida ni a la muerte.

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