La infancia de Horacio Guarany echó en falta el cariño de una madre suplido, a veces, por las caricias y abrazos de prostitutas con las que compartía pensión, aun siendo aún muy chico.
Por eso compone esta canción llena de emociones, sensibilidad y belleza, dedicada a la "muchacha de la noche".
MUCHACHA DE LA NOCHE
Sobre la última copa mi guitarra se duerme
y una triste muchacha me saluda al pasar,
lleva la noche encima, más allá de su nombre,
desde el sucio tuburio que la echara a rodar.
A penitas la vida floreció en sus ojeras,
una inútil quimera se le dió en perseguir,
la alegría del mundo con su vieja tortura,
que termenda amargura en sus ojos de abril.
Ven hermana en la noche, afrontemos el mundo,
ajuntemos los tumbos, yo te invito a pelear;
dame fuerte tu mano que en un solo segundo
la maldad de este mundo yo he de hacerte olvidar.
Yo te vi, te conozco, porque soy de los tuyos,
nunca flor, siempre yuyo por el largo rodar;
y es por eso que ahora en tus ojos de noche
no te doy ni un reproche y hasta te puedo amar.
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