Nos tienes prisioneros, presidente
Yo empecinado en mi casa, tú en tu mente.
Ya no queda mucho tiempo,
para derribar la puerta;
no existe música que suene
como el clamor de allá afuera.
Por mucho que lances fuego
no conseguirás nuestro miedo;
De nada vale que corras
te alcanzará nuestro empeño.
Por una vez habla claro:
¿Que quieres, sepulturero?
A lo mejor mi rendición
y que me quede en silencio,
viendo que te has nombrado
el dueño de mil candados,
consintiendo miles de muertos
que nadie ha podido enterrarlos.
No dudes que llegará la justicia,
caerá en ti y en tu gobierno
y tendrás que dar vuelta a la vida,
permanecerás huyendo...
¡Qué feliz va a ser el mundo
cuando estés fuera de juego!
Y aunque tus afines brinden
si llego a ser detenido,
mira bien la diferencia,
seré libre y no sometido.
Tu si que vas a ser preso
del espanto, a tu final merecido.
(F.P.)
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