España no es sólo un trozo de tierra o los colores de una bandera.
España es mi familia, mis padres que sudaron sangre y lágrimas por mí, su trabajo, sus esfuerzos.
Mis antepasados que lucharon por dejarnos una España mejor, mis abuelos y sus abuelos.
Mis amigos, mis hermanos, el barrio en el que nací, el parque donde me tomé mi primera cerveza, el bar donde me tomé mi primera copa.
España son las españolas, las morenas, las rubias, esa sonrisa pícara, esos ojos verdes o negros, ese vacile y esa salsa, marca de la casa.
La alegría, la felicidad, la simpatía, la chulería madrileña, la gracia andaluza, los cojones del Norte…
España son los Pirineos nevados, el Valle de Arán, la ciudad Condal, Barcelona al mar.
España es el Atlántico de Galicia, un atardecer en Finisterre, esa ‘musiquiña’ de una gallega poniéndote un Albariño frente al mar.
España es un pincho y un paseo por San Sebastián, son los campos de Castilla, tierra de Reyes, tierra que vio nacer nuestro idioma con el que ahora te pinto, querida patria. Castilla es la tierra del Cid Campeador, de las aventuras más leídas en el mundo entero de hidalgos y molinos en la obra de arte de Cervantes. Es esa tierra de cuyo nombre me quiero acordar.
Es la tierra donde nacían los dioses de antaño, Extremadura, Pizarro, Cortés…
España son las mediterráneas calas azul cristalino de Baleares, de Levante, de Valencia, de Murcia.
El mar que baña las preciosas playas andaluzas. La cerveza en el chiringuito, frente al mar, las tabernas almerienses…
España es la Alhambra, la Giralda, la Almudena, la Gran Vía, las Catedrales de Santiago, de Burgos y de Córdoba, la Sagrada Familia, El Pilar, la Torre del Oro, el acueducto de Segovia, las ruinas romanas de Cartagena, la muralla de Ávila, las Hoces del río Duratón, el verde de Vizcaya, el Ebro y el Tajo.
La guitarra, el flamenco, la buena poesía, Quevedo, Góngora, Unamuno, Dalí, Picasso...
España es la tortilla de patata de Betanzos, la paella de Levante, el cocido madrileño, el maragato, los churros de un año nuevo resacoso, el roscón de Reyes con frutas de esas que no le gustan a nadie.
El aperitivito, las tapas y más tapas con ese oro líquido entre medias. El marisco gallego, las gambas de Huelva, los percebes gallegos. Es la fabada asturiana, las migas de Aragón, la morcilla de Burgos, el jamón de Jabugo, el ‘pescaíto’ de Cádiz, la crema catalana, la butifarra, la carne de buen buey castellano. Las rabas de Santander, el plátano canario, las verduras navarras, las de Murcia, el vino de Rioja, el Ribera, el aceite de oliva…
España es sentarse en el sofá y resoplar después de una comida repleta de cualquiera de estos manjares, y la posterior siesta.
Es imposible nombrarlo todo. Pero lo más importante, es que España es cultura. España es Cartago. España es Roma. España es celta. España resistió y recibió los regalos de los musulmanes. España es el país de María, de Santo Tomás y de San Francisco Javier.
Lo más importante es que España fue el Imperio más grande de la historia bajo el manto de Isabel y Fernando; con Carlos I y Felipe II en España, no se ponía el sol.
Los héroes innombrables, la valentía, el martirio, el honor y la gloria. Rodrigo Díaz de Vivar, Blas de Lezo, Don Pelayo, los hermanos García Noblejas, Daoiz y Velarde héroes de la rebelión contra los franceses aquél dos de mayo, Las Navas de Tolosa, Lepanto…
España es el orgullo de sentirse cántabro, catalán, gallego, castellano, navarro, murciano, maño, valenciano, canario, andaluz, extremeño, canario, asturiano, riojano, leonés, manchego, madrileño...
España son la piel de gallina y los pelos de punta con los que escribo ahora mismo.
España soy yo.
España eres tú.
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