Los altos dirigentes, los dueños de multinacionales, si, todos esos multimillonarios que controlan tanto la riqueza como la miseria del mundo...
A los ojos de los simples, son la envidia, pero sepan que también son mortales y tendrán su punto final en esta vida. Y tendrán que saber que antes de llegar a él, pasarán por penas y depresiones y su dinero y su poder no les podrán acompañar en su último viaje.
En el final de sus días se darán cuenta de que su vida no habrá servido realmente para nada positivo y si en cambio sus actos y decisiones habrán facilitado destrucciones, odios, rencores y desdichas entre sus semejantes.
En la oscuridad, cuando sientan los aparatos a los que se sujetan sus últimos alientos de existencia, les vendrá el remordimiento de todo el mal que han hecho que les dejará una angustiosa agonía.
En cambio quien ha vivido en el amor, disfrutando de la naturaleza, del arte y del prójimo, si llevarán consigo una inmensa riqueza a ese último viaje, la del bienestar de tener la conciencia tranquila y reposada por el camino bien recorrido, que les dará la fuerza y la luz para llegar al último gran destino.
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