Respiro perfumes, fragancias de flores muertas,
el cielo está oscuro, muy poco estrellado.
Alzo el rostro, busco resquicios de luna;
Descalzo, recorro distancias de playa,
mientras las olas envuelven las aguas de un mar agitado.
Llega la aurora y cierro con fuerza los ojos
sin poder evitar el derrumbe de espesas lágrimas.
Mis suspiros silenciosos suenan en vana calma,
azotan cercanos vientos de guerra contra mis ventanas.
Antojos de drones vuelan el cielo alborotados; pesa un quintal la locura, no queda esperanza,
la barbarie humana me tiene aterrada el alma.
F. P.
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