El presidente sacrifica la seguridad nacional para contentar a comunistas e independentistas, poniendo en riesgo la soberanía española.
La humillación que hoy sufre España en el seno de la OTAN tiene un culpable con nombres y apellidos: Pedro Sánchez. La amenaza de que nuestro país quede relegado, señalado o incluso expulsado de la Alianza Atlántica no nace de caprichos ajenos, sino de la incapacidad de este Gobierno para cumplir con el deber más básico de cualquier Estado: garantizar la defensa nacional.
Mientras otros países han entendido la necesidad de reforzar su gasto militar, modernizar sus ejércitos y cumplir con los compromisos adquiridos, Sánchez ha preferido mirar hacia otro lado, utilizar las Fuerzas Armadas como atrezo propagandístico y despreciar las advertencias de nuestros aliados. El resultado es demoledor: España es vista como un socio poco fiable, incapaz de aportar lo que se espera de una nación con nuestra importancia geoestratégica.
Pedro Sánchez ha sacrificado la seguridad por ideología. Atado a sus socios comunistas y separatistas, ha congelado la inversión en defensa, ha marginado a nuestros militares y ha debilitado la industria nacional. Todo para mantener su trono político, aunque eso suponga poner en riesgo la soberanía de España y la seguridad de millones de ciudadanos.
Las consecuencias son claras: Ceuta, Melilla y Canarias están más vulnerables que nunca frente a Marruecos; el Mediterráneo carece de la protección que debería ofrecer España; y el Sahel, a las puertas de Europa, se convierte en un polvorín del que nuestro país se desentiende. No es extraño que desde Estados Unidos cuestionen nuestra permanencia en la Alianza: un país que no invierte en su propia defensa difícilmente puede esperar que otros lo hagan por él.
España no merece este descrédito. No somos una nación menor ni un territorio prescindible. Pero con Sánchez en el poder, hemos pasado de ser un socio estratégico a ser un problema. Y si hoy alguien se atreve a amenazar con echarnos de la OTAN, es porque nuestro presidente ha convertido la defensa en un asunto secundario, cuando debería ser la primera prioridad.
España necesita recuperar el respeto internacional. Y eso solo será posible con un Gobierno que cumpla con su deber: invertir en defensa, fortalecer a las Fuerzas Armadas y defender la dignidad de la patria. Pedro Sánchez no lo ha hecho. Por eso, si la OTAN nos desprecia, la culpa no está fuera: está en La Moncloa.
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