"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

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martes, 4 de noviembre de 2025

LA NUEVA TORPEZA DEL PARTIDO POPULAR

 



El PP tapa el escándalo del sanchismo: la dimisión de Mazón eclipsa el día más negro para la corrupción del Gobierno

Ayer fue uno de esos días en los que la política española volvió a mostrar su miseria en toda su crudeza. El día estaba llamado a destapar la podredumbre que rodea al Gobierno de Pedro Sánchez, con varias noticias de enorme calado que podían haber desenmascarado ante la opinión pública la red de corrupción, de favores y de impunidad que protege al poder socialista. El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se sentó en el banquillo del Tribunal Supremo acusado de revelación de secretos por su implicación en la filtración de información sensible relacionada con el entorno de Isabel Díaz Ayuso. No era un asunto menor: se trataba del máximo responsable del Ministerio Público, obligado a rendir cuentas por un presunto uso partidista de su poder. Un hecho inédito que, en cualquier democracia seria, habría provocado un terremoto político.

Mientras tanto, el juez Juan Carlos Peinado ordenó a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil analizar el contenido completo de los correos electrónicos oficiales de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno. Esos correos, remitidos desde Moncloa, abarcan varios años de actividad y podrían revelar si existió tráfico de influencias o utilización de su posición para favorecer a determinadas empresas con contratos públicos. Un asunto de una gravedad institucional que no debería quedar en la sombra.

Por si fuera poco, el Tribunal Supremo procesó a José Luis Ábalos, a su antiguo asesor Koldo García y al empresario Víctor de Aldama por la pieza principal del caso Koldo, aquella trama de mordidas y contratos de mascarillas que se fraguó en plena pandemia, mientras los españoles confinados pagaban con su dinero el precio de la corrupción. Y a todo ello se sumó la nueva implicación del ministro Ángel Víctor Torres, mencionado de nuevo en las investigaciones de la UCO, que entregó a la Audiencia Nacional un informe de más de doscientos folios. Pero lo más escandaloso fue que la Audiencia solo hizo público un treinta por ciento de ese documento. Apenas setenta páginas que ya contienen datos gravísimos y que insinúan la magnitud de lo que puede esconder el setenta por ciento restante. Si esa pequeña parte ya muestra presiones, pagos y favores indebidos, resulta inquietante imaginar lo que se oculta en el resto del expediente, cuidadosamente guardado bajo llave. Hay silencios que pesan más que las palabras, y este es uno de ellos.

Con todo eso sobre la mesa, con el Gobierno cercado por los casos y un presidente cada vez más acorralado por las sombras de su entorno, ayer era el día perfecto para que la oposición fijara el relato político de la corrupción institucional. Pero, una vez más, el Partido Popular decidió arruinar su oportunidad. En el momento más inoportuno posible, anunció la dimisión de Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana. Ni el día anterior, ni el siguiente: precisamente ayer, el día en que el sanchismo se tambaleaba. Y así, lo que debía haber sido una jornada negra para el Gobierno terminó convertida en una crisis interna del PP. Los titulares que debían señalar al fiscal, a Begoña Gómez, a Ábalos o al ministro Torres se desvanecieron bajo el ruido mediático de la propia torpeza popular.

El resultado fue que, mientras Sánchez y los suyos respiraban aliviados, la opinión pública se quedó sin un relato claro sobre lo que realmente importa: quién da las órdenes, quién manipula los tiempos judiciales y por qué siempre hay alguien dispuesto a distraer la atención cuando el poder se ve amenazado. Ayer, la oposición pepera, que no Vox, tuvo en sus manos la oportunidad de exponer un sistema corroído por la corrupción y la perdió. Vox, por medio de su presidente Santiago Abascal, criticó con contundencia la maniobra del Partido Popular, señalando la falta de estrategia y la torpeza política de haber regalado aire al sanchismo en el momento más delicado. España no necesitaba más confusión ni titulares sobre los errores del PP; necesitaba determinación, valentía y sentido de Estado. Pero, en vez de eso, volvió a encontrarse con un partido que no supo leer el momento, incapaz de oler la sangre cuando la tenía delante y dispuesto, una vez más, a salvar al adversario justo cuando estaba más débil.

Ayer el PP volvió a no hacer oposición: se pegó un tiro en la sien al hacer, otra vez, de salvavidas del sanchismo.

Felipe Pinto 

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