"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

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sábado, 22 de noviembre de 2025

GRIPE AVIAR: LA COARTADA PERFECTA


La sospecha crece con una fuerza que ya nadie puede negar y que recorre cada rincón del campo español, porque cada vez resulta más evidente que la crisis de la gripe aviar no es simplemente un episodio sanitario más, ni una desgracia inevitable provocada por el azar o por las aves migratorias, sino que funciona como la coartada perfecta para seguir desmontando pieza a pieza la ganadería española, mientras se abre de par en par la puerta a productos de terceros países, especialmente el pollo marroquí, criado en condiciones que serían ilegales en España pero que Bruselas tolera alegremente cuando vienen de fuera

España, que siempre ha sido una potencia avícola dentro de la Unión Europea, ha cumplido durante décadas con todas las exigencias que se le imponen, adaptando sus granjas, invirtiendo cantidades enormes en bienestar animal, en requisitos medioambientales, en trazabilidad, en control sanitario, y aceptando normas que han elevado los costes, reducido márgenes y obligado a cerrar a miles de pequeños productores que no podían asumir la carga burocrática y económica de esta supuesta modernización, mientras que sus competidores exteriores seguían criando aves en jaulas, en densidades imposibles aquí y con controles que en muchos casos son meramente declarativos

Y justo en el momento en que nuestros ganaderos están más ahogados que nunca, aparece la gripe aviar como un martillo que golpea siempre en el mismo sitio, porque cada brote implica sacrificios masivos, confinamientos obligatorios, paralización de la producción y pérdidas que muchas veces no se compensan, y mientras las granjas españolas ven cómo su trabajo se destruye de un día para otro, la Unión Europea autoriza la entrada de carne de ave marroquí producida en condiciones que aquí son impensables, permitiendo que esa carne compita en los mismos lineales como si fuera equivalente, aunque detrás haya sistemas de cría que Europa prohibió con solemnidad para sus propios ganaderos

Resulta insoportable comprobar cómo Bruselas exige aquí bienestar animal, reducción de emisiones, eliminación de jaulas, más controles, más burocracia y más dinero invertido en cada metro de explotación, y al mismo tiempo abre la puerta a carne procedente de lugares donde esas condiciones no existen, y lo hace sin rubor, sin exigir reciprocidad y sin proteger a quienes sostienen la economía rural española, convirtiendo toda esta política verde en un mecanismo de destrucción de nuestro propio campo, disfrazado de sostenibilidad, pero en realidad orientado a sustituir al productor europeo por importaciones más baratas y menos controladas

Mientras se sacrifican millones de aves, mientras se obliga a encerrar a las explotaciones al aire libre, mientras se arruina a los productores de huevos camperos y ecológicos que habían invertido para diferenciarse, el mercado se llena de productos extranjeros a precios imposibles, lo que evidencia que la gripe aviar no es solo un problema sanitario, sino la herramienta que acelera un modelo que lleva años castigando a la ganadería española y favoreciendo la dependencia del exterior, incluso de países cuyos sistemas de cría no pasarían ni un día los controles que se exigen dentro de la Unión Europea

La agenda verde, la Estrategia De la Granja a la Mesa, los compromisos climáticos y todo el discurso buenista sobre la sostenibilidad acaban siendo excusas que permiten aplicar políticas que destruyen el tejido productivo europeo, vacían nuestros pueblos, encarecen cada proceso, cierran explotaciones familiares y obligan a importar productos de países donde la legislación es laxa y los costes ridículos, lo que convierte al pollo marroquí en un símbolo perfecto de esta gran contradicción europea, porque entra libremente en nuestros supermercados mientras los granjeros españoles siguen abriendo las puertas de sus naves para que el camión oficial retire miles de animales sacrificados por orden administrativa

Por eso este clima de sospecha no nace del capricho ni de la conspiración, sino de la experiencia diaria de quienes ven que cada nueva normativa, cada nueva exigencia y cada nueva alarma sanitaria termina siempre perjudicando al productor español, mientras el mercado premia al importador, y esto revela que, más que proteger la salud o el bienestar animal, lo que realmente se está consolidando es un modelo que arrincona al campo español hasta dejarlo sin futuro

Al final, cuando uno observa que aquí se prohíben jaulas, se exige bienestar animal extremo, se vigila cada detalle y se sanciona cualquier fallo, pero que al mismo tiempo se permite la entrada de carne de países donde todo eso se ignora, comprende que la gripe aviar actúa como una coartada perfecta para justificar un proceso que ya estaba en marcha, el de sustituir la producción española por importaciones baratas, y el de convertir a España en un país dependiente en algo tan esencial como su propio alimento

Y en medio de todo este espectáculo todavía pretenden que aplaudamos, que creamos que todo esto se hace por nuestro bien, que aceptemos sin rechistar que el Gobierno, la Agenda 2030 y todos los burócratas que la sostienen saben mejor que nadie cómo debe vivir el campo español, mientras diseñan desde sus despachos alfombrados un futuro en el que el ganadero desaparece, la explotación familiar se convierte en un recuerdo incómodo y la soberanía alimentaria se sustituye por contenedores repletos de pollo marroquí, y lo hacen con una sonrisa y un discurso sostenible que ya no engaña a nadie, porque lo único sostenible para ellos es el negocio de unos pocos y el hundimiento de todos los demás, así que si algún día este país despierta y se pregunta cómo hemos llegado a depender de carne criada en jaulas prohibidas en España, quizá descubra que la respuesta estaba siempre delante, envuelta en siglas de colores, en discursos de progreso y en la arrogancia de quienes creen que pueden decidir desde Madrid o desde Bruselas cómo debe vivir la España que madruga, que trabaja y que alimenta a todo un país mientras ellos montan este circo y esperan que además les demos las gracias.

Felipe Pinto. 

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