"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

Al mejor padre del Mundo

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sábado, 19 de mayo de 2018

SER ESPAÑOL



Ser español es arder cuando arde Doñana o temblar cuando tembló Lorca;
es sentarte a escuchar historias de meigas en Galicia y llegar a creértelas;
es ir a Valencia y no sentir rabia por leer un cartel en valenciano, sino que te agrade poder llegar a entenderlo;
es presumir de que las Islas Canarias nada tienen que envidiarle a las del Caribe.
Sentirse español es sufrir por no haber podido vivir la movida madrileña,
enamorarte del mar al oír Mediterráneo, de Serrat,
pedirle, borracho, a tu amiga catalana, que te enseñe a bailar sardanas,
querer ir a Albacete para comprobar si su feria es mejor que la de Málaga,
viajar y sorprenderte al ver lo bonita que es Ceuta.
Ser español es presumir de que Andalucía tiene playa, nieve y desierto;
sentir como un mérito propio que un alicantino esté tan cerca de un Nobel,
pedirle a un asturiano que te enseñe a escanciar la sidra,
morirse de amor viendo las playas del País Vasco al atardecer.
Con tus amigos, disfrutar de la cervecita del aperitivo,
y en la mesa, hacerlo de la paella valenciana, de la fabada asturiana, del cocido madrileño,
de la tarta de Santiago, de los asados segovianos, de las croquetas de tu abuela,
de la tortilla de patatas o del gazpacho andaluz, del marisco gallego o del jamón de Jabugo;
de los buenos caldos de la Rioja o de la Ribera del Duero,
también del orujo o del patxarán para acabar la comida.
¡Después, cómo no, gozar de esa antigua tradición nuestra, como es la siesta!
Ser español es estar dispuesto para enseñar lo mejor de tu ciudad al que viene de fuera e interesarte por la suya;
es entablar amistad con un vasco y pedirle que te enseñe los números en euskera, por si pronto vuelves a por 2 ó 3 pintxos;
es enorgullecerte, de ser la nación ejemplo a nivel mundial en trasplantes,
de formar parte de la tierra de las mil culturas y de que seamos famosos por nuestro buen humor.
Es vibrar con los triunfos deportivos de nuestros equipos y selecciones nacionales.
No hay nada más español, que se te pongan los vellos de punta al escuchar una saeta o una copla bien cantá,
ni tener siempre en la mente el anochecer en las playas de Cádiz, o tomar el sol y nadar en las calas paradisiacas de Baleares,
hacer el camino de Santiago en septiembre, maldiciendo el frío pero admirando su paisaje y a sus gentes;
que Salamanca y Avila te enseñen que no hay que ser grande para ser preciosa.
Así que, macho, picha, nano, mi arma, perla, tronco, tete, mi niño, esto si que es ser español, lo otro es política.
Pero si de política quieres impregnar este concepto, te digo que te equivocas:
porque ser español no es desear que le partan la cara a nadie y menos a nuestros defensores de la ley,
sí es sufrir por la situación de paro de tu vecino o por el injusto desahucio que has visto en la televisión;
ser español no es dividir España en comunidades autónomas rivales, ni en dos bandos,
En cambio, si lo es cuando te indignas al sentirte un verdadero gilipollas con cada nuevo caso de corrupción.
Ser buen español es querer que en tu país no haya pobreza, ni incultura, ni enfermos atendidos en pasillos del hospital,
es querer quedarte aquí para trabajar y aportar todo lo que, durante tanto tiempo, precisamente aquí has aprendido.
Y, en definitiva, disfrutar de nuestros compatriotas y de todas las maravillas que aquí se citan...
Y también de muchas otras (que haberlas, haylas).


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