Tiempos de playa y de sol, de música y de estrellas;
la mirada de la luna de verano y ese milagro de amor.
Tiempos con noches hasta la aurora,
tiempos de mimos y de caricias
y en cada beso nace la memoria de una canción.
Tiempos, que muestran la realidad de ser dos;
si, dos, pero tan juntos, que sobraba un corazón.
Quizás, fuera el destino o fuiste tu.
aunque que importancia tiene ahora la razón.
Quizás no hubo verano, ni hubo querer,
y la soledad vino a brotar,
con el romper de una ola que se llevó,
como si fuera un barquito de papel,
nuestra aventura de ese antes sin después.
Me da hoy por evocar ese deseo voraz,
ese fuego abrasador imposible de apagar.
Parecía que la vida, no valía la pena vivirla
sin la dicha de poderte disfrutar.
Y hoy, como un castillo de arena,
cuando sube la marea, ¡qué pena!,
mi recuerdo se esfuma en el mar...
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