Me gusta caminar solo en la calle
cuando la noche cae sobre las casas,
entonces recordar tu tibia boca
y el profundo fulgor de tu mirada.
De pronto me parece que tu pelo
es igual a los cordajes de la lluvia
que llega suavemente a los rosales
como llegaste tú al alma mía.
No sé por qué será que siento pena,
será la lenta muerte del otoño,
me basta recordarte así como eres
y el otoño se duerme, no se muere.
Muchacha, en esta calle como un árbol,
mi sangre se deshoja en tu recuerdo.
Me gusta caminar cuando la calle
se cansa del rumor de todo el día,
amontonar las horas que perdimos
y dártelas en ramos de rocío.
Quisiera estar contigo este momento
con el tiempo atrapado entre mis manos
y entregarte mis sueños y mis ansias
y que beses mi boca hasta morirnos.
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