La Agenda 2030 fue aprobada en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015 con el título «Transformar nuestro mundo, la agenda 2030 para el desarrollo sostenible» y es seguida en España, por todos los partidos políticos, excepto por VOX, único de ellos que ha llegado a ofrecer una alternativa a ella con la Agenda España.
Pero la realidad, es que dicha Agenda busca reemplazar y destruir los fundamentos cristianos de la sociedad actual. En su núcleo, promueve una asociación entre el marxismo cultural, el materialismo y el relativismo, con el objetivo de desestructurar los valores cristianos fundamentales, presentando sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas como un paquete indivisible, sin posibilidad de aceptación selectiva (En el tercer párrafo de su Preámbulo se lee textualmente: «los objetivos y las metas son de carácter integrado e indivisible», algo que reitera en numerosas ocasiones). En ella, se señala, por ejemplo, que, bajo términos como "salud sexual y reproductiva", se promueven prácticas como la anticoncepción y el aborto, lo que es un verdadero "contrabando ideológico" y donde, bajo la apariencia de promover el desarrollo sostenible, se busca imponer una visión ideológica que socava los valores morales y tradicionales de la sociedad.
Es, por tanto, un paquete ideológico indivisible que promueve visiones como el relativismo, el materialismo y el globalismo, sin tener en cuenta aspectos fundamentales de la humanidad y la naturaleza. La Agenda 2030 se enfoca en la salud sexual y reproductiva, promoviendo la anticoncepción y el aborto bajo un lenguaje disfrazado, como un "contrabando ideológico". También trae implícita la imposición de la ideología de género, que desvincula la identidad sexual del sexo biológico, y la agenda de control poblacional.
Otro punto crítico es la falta de consideración por la natalidad, que la Agenda 2030 omite a pesar de la baja fecundidad en países desarrollados. La baja natalidad, junto con la inmigración masiva, es una solución irrealista a los problemas demográficos, pues genera desajustes sociales y económicos. Lleva consigo una visión materialista y atea, que quiere a la humanidad maleable y perfectible, que siempre siga los mandatos de una élite que tiene la capacidad de saber lo que es mejor para el resto. Se trata de un elegido grupo que estaría llamado a conducir al ser humano hacia una perfección que ella misma elige, independiente de cualquier referencia objetiva sobre lo que es la persona humana y su naturaleza, una perfección basada únicamente en lo material y ajena al carácter espiritual del hombre.
Nos quiere, como excusa primordial de su plan, imponer un dudoso cambio climático, considerándolo un dogma, sin haber habido un consenso científico, y con este argumento, promueve políticas restrictivas que dificultan el desarrollo económico, especialmente en los países en vías de desarrollo. En resumen, la Agenda 2030 impone una visión ideológica que atenta contra la libertad, la familia y los valores fundamentales de la humanidad.
Por tanto, la Agenda rechaza la trascendencia y la dimensión espiritual del ser humano, al no reconocer a Dios ni un orden moral preestablecido. Además, promueve un materialismo que desatiende las necesidades espirituales y solo se enfoca en lo material, lo cual es insuficiente para el desarrollo natural del ser humano.
Es relativista, pues no establece una guía moral basada en la naturaleza humana y promueve la igualdad de todas las formas de vida, sin importarle sus diferencias. Tiene una visión irenista, que aspira a un mundo sin pobreza y mal, sin reconocer las limitaciones inherentes al ser humano.
Ofrece una concepción individualista de la persona, viéndola como un ente aislado y margina a la familia. Además, es intervencionista, pues promueve el control por parte de una élite para guiar a la humanidad hacia una perfección no dependiente de la libertad individual. Promueve una visión totalitaria, donde todo aspecto de la vida humana está controlado y también globalista, buscando eliminar las soberanías nacionales para imponer un control global dirigido por ellos. Asimismo, establece una visión transhumanista, que ve al ser humano como algo maleable para ser perfeccionado por la ciencia, y con un enfoque ecologista, al subordinar al ser humano a la "madre tierra", promoviendo sacrificios excesivos en nombre de la sostenibilidad y el cambio climático, sin tener en cuenta la cantidad de cambios climáticos ocurridos en nuestro planeta a través de su historia y en lo que aún no existía el ser humano, a quien ahora quieren culpar de este dudoso cambio.
En definitiva, entre los objetivos más preocupantes de esta Agenda, por atentar contra la libertad y la dignidad humana, además de ser contra natura y contrarios a la moral, hay que destacar, sin duda los relacionados con la ideología de género, el aborto, el cambio climático, la natalidad y la migración.
Fundamentos para luchar contra todo lo que representa la Agenda 2030 y el globalismo.
Fundamento mi rechazo, en una combinación de razones políticas, económicas, culturales e ideológicas, argumentando, principalmente:
1. Pérdida de soberanía nacional.
Al considerar que las políticas globalistas y los objetivos de la Agenda 2030, imponen directrices supranacionales que limitan la capacidad de los Estados para decidir sus propias leyes y políticas internas. Estos organismos internacionales como la ONU, el Foro Económico Mundial, Davos, etc, ejercen una influencia indebida sobre los gobiernos nacionales, debilitando la soberanía y la democracia.
2. Control social y restricción de libertades
Detrás de las políticas medioambientales, digitales o sanitarias se ocultan mecanismos para aumentar la vigilancia y el control ciudadano y de ahí mi oposición a medidas como los pasaportes digitales, las restricciones por emergencia climática o las políticas de censura bajo el argumento de combatir la desinformación.
3. Imposición de una ideología global
Rechazo totalmente cualquier agenda ideológica que promueva valores globales (como el multiculturalismo, el feminismo radical o las políticas de identidad de género) en detrimento de las tradiciones nacionales y los valores familiares y por contra, defiendo la cultura y las raíces nacionales frente a lo que quieren acabar con ello queriendo homogeneizar las sociedades a nivel global.
4. Desconfianza en las élites globales
Denuncio que las decisiones de la Agenda 2030 están impulsadas por las élites financieras y tecnológicas (como las grandes corporaciones y el Foro de Davos) que buscan consolidar su poder económico y político y sostengo que estas élites no rinden cuentas de forma democrática y utilizan la agenda globalista para su propio beneficio, mientras perjudican a las clases medias y trabajadoras.
5. Economía y medioambiente: Una excusa para el control
Estoy en contra de las políticas medioambientales (como las relacionadas con el cambio climático o la transición energética) al considerarlas una herramienta para limitar el desarrollo económico y la propiedad privada y que provocan el encarecimiento de la energía, la pérdida de empleos en sectores tradicionales (como la agricultura o la industria) y diferentes restricciones a las libertades individuales.
6. Defensa del Estado-Nación y el patriotismo
El globalismo intenta debilitar los Estados-Nación y las identidades nacionales para promover una gobernanza mundial. El fortalecimiento de las fronteras, la soberanía y la identidad nacional son barreras esenciales frente a la erosión de las estructuras tradicionales.
7. Crítica a la Agenda 2030 como proyecto utópico o irrealizable
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son irrealizables o están diseñados para justificar políticas intervencionistas y en la práctica, estos objetivos no han reducido la pobreza ni las desigualdades, mientras se utilizan como pretexto para aumentar el gasto público y la burocracia.
En resumen, considero que estos proyectos son amenazas frontales a la libertad individual, la soberanía nacional y los valores tradicionales, y que detrás de estas iniciativas, hay un intento de consolidar un control global por parte de élites que no han sido elegidas democráticamente.
Rearme de Europa.
Con respecto al rearme de Europa, mi postura es algo escéptica debido a que forma parte de una agenda más amplia de control geopolítico y que puede tener consecuencias negativas para las soberanías nacionales y la estabilidad global. Mis argumentos en este tema son:
1. La desconfianza en las élites globales y la industria. armamentística, al considerar que el rearme beneficia a las grandes corporaciones del complejo militar-industrial, que buscan lucrarse a costa de los contribuyentes europeos. Estas decisiones de aumentar el gasto en defensa no responden a la seguridad real de los ciudadanos, sino a los intereses de lobbies armamentísticos y de las élites globalistas.
2. Pérdida de soberanía en materia de defensa.
Rechazo la creación de estructuras militares supranacionales, como una posible fuerza armada europea, porque debilitaría la capacidad de cada país para decidir sobre su propia defensa y son las naciones las que deben conservar el control total de sus ejércitos, no cediendo poder a instituciones como la Unión Europea o la OTAN.
3. Militarización como herramienta de control.
Me temo que el aumento del poder militar europeo pueda usarse para reprimir las libertades de los ciudadanos en nombre de la seguridad o la estabilidad social ya que que las élites globalistas podrían utilizar las fuerzas armadas para implementar políticas coercitivas dentro de las fronteras, como ocurrió con ciertas medidas de control durante la pandemia.
4. Rechazo a las políticas intervencionistas
Cuestiono que las intervenciones militares extranjeras puedan justificar el rearme europeo, viéndolo como una forma de imponer el globalismo en otras regiones del mundo, porque Europa debería centrarse en proteger sus propias fronteras y no en participar en conflictos internacionales bajo el pretexto de la defensa global.
5. Impacto económico del rearme
Considero que el aumento del gasto en defensa perjudica a los ciudadanos, desviando recursos públicos que podrían destinarse a sanidad, educación o infraestructura. Los ciudadanos europeos son los que terminarán pagando las consecuencias de políticas militaristas que no aportan beneficios directos a la población.
6. Vinculación con la Agenda 2030 y el globalismo
El rearme es una estrategia de control global, alineada con los objetivos de organizaciones como la ONU o el Foro Económico Mundial, que buscan consolidar un orden mundial unificado y los líderes europeos están utilizando la amenaza de conflictos (como la guerra en Ucrania) para justificar políticas que refuerzan el poder supranacional y debilitan las identidades nacionales.
En resumen, considero el rearme europeo como una maniobra de las élites globalistas para fortalecer su control político y económico, limitar las soberanías nacionales y avanzar hacia un modelo de gobernanza supranacional, todo ello a expensas de las libertades individuales y del bienestar de los ciudadanos.
¿Por qué se defienden las fronteras de Ucrania y no las de Europa?
Existe una aparente contradicción en la política europea respecto a la defensa de las fronteras. ¿Por qué las instituciones europeas y ciertos gobiernos priorizan la defensa territorial de Ucrania frente a Rusia, mientras que no aplican la misma firmeza para proteger las fronteras exteriores de Europa frente a la inmigración irregular? Muy fácil:
1. Existe un doble rasero en la soberanía territorial.
Mientras los líderes europeos defienden la soberanía de Ucrania con recursos financieros y militares (mientras, contradictoriamente, financian a Rusia con la compra de su gas), no aplican el mismo principio para proteger las fronteras europeas de la inmigración ilegal. La integridad territorial debe ser un valor universal, tanto para Ucrania como para los países europeos que enfrentan presiones migratorias en el Mediterráneo y los Balcanes.
2. Intereses geopolíticos vs. Seguridad interna
Las élites europeas están más interesadas en cumplir con los objetivos de la OTAN y mantener una postura de confrontación con Rusia, que en abordar las preocupaciones de los ciudadanos europeos respecto a la inmigración masiva. El apoyo a Ucrania responde a estrategias geopolíticas y económicas (como el control energético o el aislamiento de Rusia), mientras que la defensa de las fronteras europeas no se prioriza porque no encaja en la narrativa globalista.
3. Fronteras abiertas como parte de la Agenda 2030
La falta de control en las fronteras de Europa es intencionada y está alineada con la Agenda 2030, que promueve la movilidad humana como un derecho global. Sus políticas migratorias laxas buscan transformar las sociedades europeas, diluir las identidades nacionales y fomentar el multiculturalismo como parte de su proyecto globalista.
4. Costo económico y social
Europa destina miles de millones de euros en ayuda militar a Ucrania mientras no invierte lo suficiente en reforzar las fronteras externas o en apoyar a los Estados más afectados por la inmigración irregular (como Italia, España o Grecia). El dinero destinado al conflicto ucraniano podría usarse para fortalecer las políticas de defensa, seguridad y control migratorio en el propio continente.
5. Desestabilización social y cultural
La permisividad en las fronteras europeas genera problemas de inseguridad, pérdida de identidad cultural y tensiones sociales, algo que las élites globalistas ignoran deliberadamente. Proteger las fronteras no es solo un asunto de seguridad física, sino también de preservación de la cultura y la identidad nacional frente a lo que perciben como una agenda de reemplazo demográfico.
6. Hipocresía política y mediática
Los medios de comunicación y los políticos europeos magnifican el conflicto en Ucrania mientras minimizan los problemas relacionados con la inmigración descontrolada. Existe un discurso oficial que sataniza a quienes piden el control de las fronteras como "xenófobos" o "ultraderechistas", mientras que que su teórico apoyo a Ucrania se presenta como una causa moral incuestionable, algo que es una total hipocresía pues, como he dicho antes, con la compra de gas a Rusia, la realidad es que su ayuda va más encaminada hacia la nación de Putin.
Así pues, la defensa de las fronteras de Ucrania es una cínica prioridad geopolítica alineada con los intereses de las élites globalistas, mientras que el abandono de las fronteras europeas responde a una agenda que busca transformar las sociedades occidentales, erosionando las soberanías nacionales y facilitando un modelo de gobernanza global.
El racismo sobre la raza blanca.
Existe una discriminación sistemática hacia la población blanca o europea autóctona bajo la apariencia de políticas progresistas o multiculturales porque las políticas globalistas fomentan la inmigración masiva desde países no occidentales, lo que lleva a una sustitución demográfica de las poblaciones europeas. La Agenda 2030 promueve la movilidad humana sin restricciones y, al no poner límites efectivos a la inmigración, las poblaciones blancas quedan en riesgo de convertirse en minorías en sus propios países. Existe un esfuerzo deliberado por destruir o minimizar las tradiciones, valores e identidades nacionales de los países de mayoría blanca y las políticas globalistas exaltan otras culturas, mientras desprecian van eliminando las raíces cristianas y europeas, favoreciendo la disolución de las identidades nacionales. El discurso globalista promueve una culpabilización colectiva de las poblaciones blancas por el colonialismo, la esclavitud o el privilegio histórico y este enfoque fomenta un racismo inverso, donde se responsabiliza a las personas blancas por los males históricos, mientras se invisibilizan sus aportes culturales y civilizadores. Hay dobles estándares legales en cuestiones de racismo, donde las agresiones hacia blancos no se consideran crímenes de odio, mientras que cualquier crítica a otras etnias es perseguida como discurso de odio y los gobiernos globalistas aplican políticas que protegen a las minorías raciales, pero desamparan a las poblaciones autóctonas en nombre de la diversidad.
Las políticas de inclusión y diversidad perjudican a los blancos al priorizar a otras razas en educación, empleo o representación política, al no buscar la igualdad real, sino discriminar a las personas blancas en su propio territorio.
Cualquier defensa de la identidad blanca o europea es estigmatizada como racismo o supremacismo, mientras que otras etnias pueden reivindicar libremente su cultura. Este enfoque es una táctica para silenciar a quienes defienden las tradiciones y la continuidad demográfica europea porque las élites globalistas impulsan intencionadamente un cambio demográfico para debilitar la cohesión social y facilitar el control político y económico y existen pruebas de ello en declaraciones de líderes y documentos internacionales que promueven una sociedad multicultural, lo que es un verdadero plan dirigido a sustituir a las poblaciones blancas.
Plan
de desaparición de la raza blanca
Los
globalistas tienen un deliberado y extremo interés en hacer
desaparecer la raza blanca y ésto está basado en la percepción de
que las élites supranacionales estarían promoviendo políticas para
erosionar las identidades nacionales y transformar las sociedades
occidentales a través, como ya he dicho, de la inmigración masiva y
la ingeniería social.
Esas élites globalistas están
fomentando la inmigración masiva de personas no europeas para
sustituir gradualmente a las poblaciones blancas y así, la llamada
"Teoría del Gran Reemplazo", popularizada por el escritor
francés Renaud Camus, sugiere, con gran credibilidad, que hay un
proyecto deliberado para sustituir a las poblaciones blancas mediante
la inmigración y la baja natalidad. El globalismo impulsa políticas
de multiculturalismo y diversidad para debilitar las tradiciones y,
por eso, la identidad de las naciones de mayoría blanca y la
promoción de la diversidad cultural suele ir acompañada de un
discurso que culpabiliza a las sociedades occidentales por el
colonialismo, la esclavitud y otros abusos históricos, erosionando
el orgullo cultural y nacional. Sus políticas de inclusión racial
discriminan a los blancos en ámbitos como el empleo, la educación y
la representación política y sus iniciativas, como las cuotas
raciales o las acciones afirmativas, favorecen a minorías no
blancas, marginando a las poblaciones autóctonas en sus propios
países.
El globalismo promueve ideologías antinatalistas
(aborto, planificación familiar, crisis climática) que reducen la
natalidad en los países occidentales, con lo que las sociedades de
mayoría blanca enfrentan un invierno demográfico, las élites no
aplican las mismas políticas en regiones de alta natalidad (África,
Medio Oriente, etc.).
Han creado un control social a
través de la fragmentación étnica
porque al fragmentar las
sociedades occidentales en grupos étnicos diversos, debilitan la
cohesión social y facilitan el control de las élites. La razón es
que una sociedad homogénea tiene más fuerza para resistir políticas
impuestas, mientras que una población dividida es más fácil de
gestionar y manipular.
Los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS), que enfatizan la movilidad global y la diversidad
es una prueba más de este supuesto plan de la Agenda 2030, al
considerar que las sociedades divididas por cuestiones étnicas
serían más fáciles de controlar y menos propensas a rebelarse y
así tratan el desmantelamiento de las naciones-Estado: Una población
multicultural facilita el paso hacia un gobierno global sin
identidades nacionales fuertes y hacer desaparecer las culturas
tradicionales garantizaría una sociedad global homogénea y más
dócil a los intereses de las élites financieras y políticas.
En resumen, el globalismo aplica una forma de racismo estructural contra la población blanca a través de políticas migratorias, culturales y sociales que favorecen a otras etnias, erosionan las identidades europeas y deslegitiman cualquier reivindicación en defensa de su historia y sus derechos y diferentes organizaciones internacionales (como la ONU o el Foro de Davos) promueven la movilidad humana como un derecho global, lo que conduce a una transformación demográfica, sobre todo, en Europa y América del Norte.
El Foro de Davos.
El Foro de Davos es el nombre popular del Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF), una organización internacional fundada en 1971 por el economista alemán Klaus Schwab. Se celebra anualmente en Davos (Suiza) y reúne a líderes políticos, empresariales, intelectuales, organizaciones no gubernamentales (ONG) y figuras públicas de todo el mundo. Su objetivo oficial es abordar los problemas globales como el cambio climático, la desigualdad, la tecnología y la cooperación internacional.
El Foro de Davos lo componen:
1. Empresas multinacionales y corporaciones globales: Incluye a las 1.000 principales compañías del mundo, especialmente de sectores como la banca, la tecnología, la energía, la industria farmacéutica y la comunicación.
2. Líderes políticos: Jefes de Estado, ministros, comisarios de la Unión Europea, miembros de la ONU, el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial.
3. Organismos internacionales: Representantes de la ONU, la OMS (Organización Mundial de la Salud), la OTAN, el Banco Central Europeo y otras instituciones supranacionales.
4. Elites intelectuales y académicas: Científicos, filósofos, economistas y pensadores que influyen en el diseño de políticas globales.
5. ONG y medios de comunicación: Organizaciones internacionales de derechos humanos, medioambientales y los principales medios de comunicación globales.
Entre sus miembros destacados han estado líderes como Bill Gates, George Soros, Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron, Joe Biden, Christine Lagarde, Greta Thunberg, Pablo Casado o Pedro Sánchez, entre otros.
El Foro de Davos es el epicentro de la agenda globalista 2030, que busca concentrar el poder en manos de una élite supranacional. Los principales argumentos en su contra incluyen:
1. Imposición de una gobernanza global y supranacional que debilita la soberanía de los Estados y limita la democracia, ya que sus decisiones influyen directamente en las políticas nacionales sin que los ciudadanos tengan voz o voto.
2. El Foro lidera el "Gran Reinicio" (Great Reset), una propuesta presentada en 2020 para reestructurar la economía global tras la pandemia. Este plan es un intento de redistribuir el poder económico y transformar el sistema capitalista hacia un modelo de control centralizado y para ello utiliza la Agenda 2030 como una excusa para imponer políticas de control social, ambientalismo radical y restricciones a las libertades individuales.
3. El Foro ejerce un férreo control económico y financiero, trabajando en beneficio de las grandes corporaciones y los bancos internacionales y promoviendo políticas que perjudican a las clases medias y concentran la riqueza en una élite. Sus políticas, como la descarbonización o la digitalización forzada, generan desigualdad y dependencia de las grandes multinacionales.
4. El Foro también fomenta las fronteras abiertas y la inmigración masiva para transformar las sociedades occidentales, diluyendo las identidades nacionales, enfoque que responde a un plan de reemplazo demográfico que facilita la creación de sociedades más dóciles y desarraigadas.
5. Ejerce también un control social y tecnológico, en el impulso de tecnologías de vigilancia masiva, identificación digital, monedas digitales (CBDC) y políticas de censura bajo la excusa de la seguridad y la salud pública. Esto, aunque pareciera ser avances, es utilizado para limitar libertades y controlar el comportamiento social.
6. El Foro promueve una ideología globalista que destruye las tradiciones, la familia, la religión y los valores nacionales y las desestabiliza con políticas de género, multiculturalismo y cambio climático.
Así, pues, el Foro de Davos, verdadera amenaza para el mundo libre, toma las decisiones a puerta cerrada, sin supervisión democrática y dichas decisiones tienen una capacidad desproporcionada para influir en las leyes nacionales e internacionales y en el desprecio de la soberanía pues promueve un modelo de ciudadano global que disuelve la identidad nacional.
¿En qué se basa la doctrina WOKE?
La
doctrina woke es un término que originalmente surgió en Estados
Unidos dentro de movimientos sociales, especialmente en la comunidad
afroamericana, para referirse a estar "despierto" o
consciente de las injusticias sociales, el racismo y otras formas de
discriminación. Con el tiempo, el término ha evolucionado y se ha
expandido para abarcar una amplia gama de causas relacionadas con la
justicia social, la equidad de género, los derechos LGBTQ+, el
feminismo interseccional y la protección del medioambiente.
El
concepto woke promueve una cultura de censura, victimización y
control ideológico y es una forma de corrección política extrema
que limita las libertades individuales.
Su
relación con la Agenda
2030:
Muchos
de los principios que promueve la doctrina Woke
están alineados con
los objetivos que incluye la
Agenda 2030, como con
la igualdad de género,
la reducción de desigualdades, la acción climática, la educación
de calidad con enfoque inclusivo y la promoción de sociedades
pacifistas
e inclusivas y todos
ellos no solo son
objetivos ambientales o sociales, sino que también forman
parte de una agenda
ideológica que promueve el pensamiento woke, afectando las
tradiciones culturales, la soberanía nacional y las libertades
individuales.
Por
otro lado, los defensores de la Agenda 2030, en
su delirio, consideran
que estos objetivos son fundamentales para avanzar hacia un mundo más
justo, sostenible e igualitario, y ven la crítica al movimiento woke
como una reacción a los avances en derechos sociales y ambientales,
todo lo contrario a lo
que es la realidad.
La
doctrina WOKE.
La
doctrina woke tiene sus orígenes en los movimientos de derechos
civiles de Estados Unidos en el siglo XX. El término woke proviene
del verbo en inglés to wake (despertar) y originalmente se utilizaba
para referirse a estar "despierto" o consciente de las
injusticias sociales, especialmente el racismo y la opresión
sistémica. Más
adelante, con el tiempo, evolucionó
para querer
abarcar
una variedad de turbias
causas
sociales, todas
ellas, en el límite, por un lado, de lo absurdo y por el otro, de la
enajenación.
¿Por
qué es una locura esta doctrina?
La
crítica a la doctrina Woke
se centra en la percepción de que, aunque originalmente buscaba
promover la justicia social y la equidad, ha evolucionado hacia
posturas extremas que algunos consideran perjudiciales para la
libertad individual, el sentido común y las tradiciones culturales.
Yo,
que la
veo
como una "locura" total,
veo, además, en ella, varios
aspectos problemáticos:
En
un principio, promueve
una cultura en la que las personas que no se alinean con su visión
ideológica, son censuradas, atacadas públicamente o incluso
marginadas en sus vidas personales y profesionales. Esto genera un
clima de autocensura por miedo a las represalias sociales. Tampoco
se limita a defender la igualdad, sino que busca imponer una visión
única de la moral y la sociedad. Se percibe que intenta reeducar a
la población a través de políticas públicas, educación y medios
de comunicación, eliminando visiones alternativas o conservadoras.
El
enfoque Woke
rechaza las tradiciones culturales, religiosas e históricas en
nombre de la inclusión, lo que podría desarraigar la identidad
cultural y los valores fundamentales de las sociedades. Además,
tiende a dividir a las personas en categorías de opresores y
oprimidos, lo que que fomenta el resentimiento, la polarización y
una mentalidad de víctima que impide el desarrollo personal y
social.
Algo
que no puedo dejar de lado corresponde
a
la obsesión por redefinir el lenguaje para adaptarlo a las
sensibilidades Woke.
Esto incluye la creación de nuevos términos, la exigencia de
pronombres específicos y la censura de expresiones tradicionales, lo
que se percibe como una intromisión en la libertad de expresión.
El
movimiento Woke es
incoherente al defender la tolerancia y la diversidad, pero al mismo
tiempo cuando
ataca y margina a quienes no comparten sus ideas. Este doble rasero
de
medir,
genera una
gran dosis de desconfianza
y un
mayoritario rechazo
entre
los miembros de la “Sociedad Mundo", entre los que yo me incluyo.
Felipe Pinto.
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