Se confirman mis afirmaciones en las que calificaba al PP como un partido rendido a la socialdemocracia.
Hoy, en el Congreso del PP, Alberto Núñez Feijóo me ha dado la razón y ha definido a su partido como de centro, transversal y ajeno a los extremos, algo que a mí no me ha causado ningún tipo de sorpresa.
Ojalá me equivoque, pero ello induce a pensar que los populares seguirán el camino de sus socios europeos y, tras las próximas elecciones, argumentando cualquier motivo, tratarán de pactar gobiernos con los socialistas antes que con partidos como VOX.
En el fondo, es algo normal: ambos defienden el bipartidismo, aunque este sea un sistema generador de una brutal corrupción, como se está comprobando legislatura tras legislatura.
Núñez Feijóo y compañía piensan que, ignorando y menospreciando a VOX, van a acabar con él. Y ocurre que, a diferencia de su anterior jugada con Ciudadanos —que les salió bien—, con nosotros han dado en hueso.
VOX nació como un movimiento social precisamente para combatir con valentía a la izquierda y enfrentarse a las nuevas tesis buenistas y cobardes de Génova, que borraban gran parte de sus postulados históricos.
Y así se ha hecho, lo que ha derivado en que una gran parte de nuestro electorado lo conformen antiguos votantes populares, hartos de corrupciones, engaños y falsas promesas del PP y que, por principios, jamás volverán a confiar ni a votar a ese partido.
Eso sí, otros muchos continuarán tapándose los ojos, sin reconocer su equivocación ante la realidad evidente —hoy corroborada por su propio líder— del cambio ideológico de los populares hacia la izquierda, y seguirán priorizando su empecinamiento, terquedad y dogmatismo a su (dudoso) amor a España.
Es una pena…
(Felipe Pinto)
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