España arde mientras pierde su soberanía: Incendios, despoblación y el 'oro blanco".
Cada verano, España presencia un espectáculo devastador: montes ardiendo, aldeas vacías y un paisaje rural que parece condenado al abandono. Pero lo que se quema no son solo árboles y pastizales; se consume un modo de vida que ha sido sistemáticamente erosionado por decisiones políticas, burocracia excesiva y la entrega de recursos estratégicos a intereses extranjeros.
La agonía del mundo rural.
Hace décadas, los montes se mantenían vivos gracias a la ganadería extensiva: unas pocas vacas, cabras y ovejas controlaban la vegetación, fertilizaban la tierra y reducían el riesgo de incendios. Hoy, la eliminación progresiva del pastoreo y las regulaciones sobre bienestar animal, recolección de frutos, poda y manejo de viñas y castaños han convertido estos territorios en un polvorín natural.
El resultado es evidente: aldeas despobladas, campos abandonados y un medio rural vulnerable ante los incendios. La pesca artesanal también ha sido afectada por cuotas y restricciones, mientras la ganadería extensiva se reduce drásticamente bajo el pretexto de normas medioambientales, generando dependencia de productos importados.
El papel del BOE y la burocracia.
Cada normativa publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) ha socavado la autonomía rural:
- Limitaciones al número de cabras y ovejas.
- Prohibición de mantener cerdos domésticos y animales auxiliares.
- Restricciones en apicultura, recogida de leña, poda de árboles y aprovechamiento de recursos naturales.
- Control estricto de gallineros y huevos caseros.
Estas medidas, aunque presentadas como protectoras, han aniquilado la actividad agrícola y ganadera tradicional, dejando un vacío que el Estado intenta “resolver” con funcionarios, brigadas y normativa, pero sin restaurar la vida rural ni la autosuficiencia histórica de los pueblos.
Agenda 2030 y control político.
Todo esto se ha producido en un marco de agenda global y decisiones políticas que priorizan la regulación sobre la vida rural. PSOE y PP, con sus matices, han coincidido en mantener este modelo, limitando el desarrollo rural y la soberanía sobre los recursos estratégicos. La entrega de competencias y acuerdos con terceros países, especialmente China, han reforzado la dependencia externa, afectando tanto a la industria como a la agricultura y ganadería local.
Los viajes y relaciones de Zapatero y Sánchez con Pekín reflejan la orientación política: entregar a China materias primas críticas mientras España pierde control sobre su propio subsuelo y capacidad tecnológica.
Litio y tierras raras: el oro blanco de España.
Bajo este panorama de abandono, España posee recursos estratégicos decisivos para el siglo XXI: litio y tierras raras. Yacimientos en Salamanca, Galicia, Extremadura y Castilla y León podrían convertir al país en líder industrial si se gestionan con visión soberana.
No solo hablamos de baterías para coches eléctricos y transición energética; estos minerales son esenciales para la industria farmacéutica y biomédica, incluyendo tratamientos psiquiátricos como el litio en trastornos bipolares y depresivos, así como equipos de diagnóstico y biotecnología avanzada. La dependencia externa en este terreno significaría riesgo sanitario y tecnológico.
Para aprovecharlo, España necesita:
- Una empresa pública o mixta que controle la explotación.
- Una política minera estratégica que proteja los recursos nacionales.
- Industria propia asociada, impulsando empleo y desarrollo en zonas rurales.
Consecuencias de la dejadez.
El abandono rural, las restricciones burocráticas y la entrega de recursos estratégicos han creado un círculo vicioso:
- Montes abandonados que arden cada verano.
- Pueblos despoblados y pérdida de tradiciones rurales.
- Ganadería y pesca debilitadas, generando dependencia externa.
- Recursos estratégicos en manos de terceros países, especialmente China.
El esfuerzo de bomberos, brigadas y UME para apagar incendios es solo un paliativo; la raíz del problema sigue sin abordarse. Sin cabras que pasten, viñas y castaños bien cuidados, y sin una política industrial y minera soberana, los incendios y el abandono rural continuarán.
España está ante una encrucijada histórica.
Puede continuar en el camino de la dependencia, abandono y despoblación, viendo cómo se quema su medio rural y cómo se pierden tradiciones centenarias. O puede recuperar la vida rural, proteger la ganadería y la pesca, y aprovechar sus recursos estratégicos para construir soberanía industrial, energética y sanitaria.
El litio y las tierras raras son el oro blanco del siglo XXI. Lo que falta no son recursos, sino voluntad política para defenderlos, industrializarlos y garantizar que el futuro de España no dependa de intereses extranjeros, sino de sus propios ciudadanos.
Felipe Pinto
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