Cada verano España se enfrenta al mismo drama: montes arrasados por las llamas, hectáreas convertidas en ceniza y pueblos en vilo por la amenaza del fuego. Las explicaciones oficiales ya las conocemos: olas de calor, sequía, abandono del campo, imprudencias o incluso manos criminales. Todo esto es cierto, pero muchos se preguntan si detrás de los incendios no habrá también otros intereses menos visibles.
La relación entre incendios, Agenda 2030, Pacto Verde, minerales raros y parques eólicos está abriendo algo más que una sospecha y aunque bien es verdad, que aún no existen pruebas concluyentes, dada la corrupción que rodea al actual gobierno de España y al principal partido que lo forma, el PSOE, no deja de ser inquietante.
El valor oculto del subsuelo
En paralelo a los incendios, en los últimos años se ha intensificado el debate sobre los minerales críticos: litio, wolframio y, sobre todo, las tierras raras. Son la base de la tecnología verde y digital: turbinas eólicas, coches eléctricos, paneles solares, móviles, ordenadores… China controla casi toda su producción, y Europa quiere encontrar suministros propios.
En este mapa aparece España, un país señalado por Bruselas como territorio con gran potencial geológico. Castilla-La Mancha, Galicia o Extremadura ya han sido objeto de estudios que apuntan a depósitos de interés.
Agenda 2030, Pacto Verde y presión europea
La llamada “transición ecológica”, impulsada por la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo, exige cantidades ingentes de estos minerales. La UE presiona a sus estados miembros para asegurar la extracción dentro de sus fronteras. Y España, con áreas despobladas y recursos en su subsuelo, se convierte en un objetivo estratégico.
Zapatero, Sánchez y China
En este contexto surgen las sospechas. José Luis Rodríguez Zapatero, durante su mandato, estrechó los lazos con Pekín, firmando acuerdos de cooperación que nunca fueron del todo transparentes. Incluso después de dejar la Moncloa, ha seguido apareciendo como mediador cercano al régimen chino.
Pedro Sánchez, en la misma línea, ha viajado a China para reforzar las relaciones bilaterales. Los comunicados oficiales hablan de comercio, inversiones y cooperación cultural. Pero en un país que controla el 60 % de la producción mundial de tierras raras, ¿es creíble pensar que nunca se habla de recursos estratégicos? La falta de transparencia en estas reuniones alimenta la duda.
Incendios como “limpieza del terreno”
Tras un incendio, el monte queda devastado, la población desanimada y las tierras, más baratas y deshabitadas. En ese estado, resulta más sencillo impulsar proyectos mineros o industriales sin una oposición social fuerte. ¿Es casualidad que en zonas con potencial mineral los incendios sean recurrentes? No hay pruebas documentales que lo confirmen, pero la coincidencia da que pensar.
El negocio de los parques eólicos
La sospecha no termina ahí. En muchas comarcas, los incendios afectan a campos de cultivo, zonas ganaderas o montes comunales que, una vez arrasados, quedan fuera de uso agrícola. Poco después, aparecen proyectos de parques eólicos o instalaciones energéticas, con esos enormes aerogeneradores que transforman radicalmente el paisaje.
Es legítimo preguntarse si algunos de los incendios no estarían relacionados con el interés en reconvertir territorios rurales en suelo “verde” para macroproyectos energéticos. La presión por cumplir con los objetivos de la Agenda 2030 y del Pacto Verde podría estar incentivando operaciones donde la sostenibilidad se convierte en excusa para desplazar al mundo rural.
La duda razonable
Nadie puede afirmar categóricamente que los incendios se provoquen para abrir minas de tierras raras o instalar parques eólicos. Pero tampoco se puede ignorar la coincidencia de factores:
- España tiene recursos en su subsuelo.
- Europa necesita desesperadamente minerales críticos y energía “verde”.
- China presiona para mantener su dominio en el mercado.
- Zapatero y Sánchez han reforzado los lazos con Pekín.
- Tras los incendios, aparecen proyectos industriales o energéticos en zonas antes agrícolas.
- Y mientras tanto, el fuego arrasa zonas que después quedan “listas” para nuevos usos.
Cuando hay tanto en juego —recursos estratégicos, intereses internacionales, territorios rurales abandonados—, la falta de transparencia política, que exhibe el gobierno español, solo hace crecer la desconfianza.
Porque mientras no se explique con claridad qué se negocia en esos viajes a China, qué planes reales existen para los minerales españoles y qué intereses se esconden tras los macroproyectos eólicos, cada hectárea calcinada seguirá proyectando una sombra de sospecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario