"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

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martes, 5 de agosto de 2025

SALVADOR ILLA: EL GRAN IMPOSTOR DEL SOCIALISMO SANITARIO

 


Salvador Illa es el perfecto ejemplo de la hipocresía socialista con corbata y sonrisa falsa. Este personaje, que se vendía como “el ministro de la ciencia y la responsabilidad” durante la pandemia, fue en realidad el mayor fraude sanitario de nuestra historia reciente. Un filósofo sin experiencia médica, colocado al frente del Ministerio de Sanidad en el peor momento del siglo XXI… solo porque era dócil, obediente y callaba todo lo que Sánchez necesitaba.

¿Y qué hizo Illa durante esos meses oscuros? Mintió. Mintió cada día, sin pestañear. Afirmó que seguía las instrucciones de un “comité de expertos” que jamás existió. Una cortina de humo para justificar decisiones políticas disfrazadas de ciencia. Miles murieron en residencias sin atención. Se ocultaron datos, se retrasaron medidas vitales, se arruinó a miles de autónomos y pymes, y todo mientras él salía en televisión con su tono apacible y su mirada vacía.

Pero lo más grave fue el saqueo institucionalizado que se orquestó bajo su mando. Adjudicaciones irregulares, contratos a dedo, intermediarios sin experiencia llevándose comisiones millonarias por material sanitario. Empresas fantasmas creadas en horas, comisiones del 2.000%, pagos por adelantado, material defectuoso, y millones que salieron del bolsillo de todos los españoles para enriquecer a los amigos del régimen. Y aquí no ha pasado nada.

Han pasado más de cinco años, y la UCO sigue “investigando”, pero ningún ministro imputado, ningún socialista dimitido, ningún responsable ante un juez. Porque esto no es solo corrupción: es impunidad estructural. Una red política, mediática y judicial que protege a los suyos mientras hunde a los demás.

Y encima Illa se atreve a dar lecciones desde su púlpito del PSC. Se pasea como “hombre de Estado” y se presenta como alternativa moderada en Cataluña, mientras pacta con los mismos separatistas que insultan a España, pisotean su bandera y amenazan su unidad. No es un muro contra el independentismo: es su cómplice silencioso.

A Salvador Illa no se le puede tratar con condescendencia ni como una figura de “oposición sensata”. Hay que ponerlo en su sitio. Y ese sitio no es un escaño ni una campaña electoral: es un juzgado, dando explicaciones por la nefasta, criminal y corrupta gestión sanitaria que lideró.

Y hay que ser muy claro: Salvador Illa es culpable. Culpable de mentir, de ocultar, de rendirse y de colaborar con el desmantelamiento de la nación española. Y no vamos a callar. Vamos a recordárselo cada vez que asome la cabeza: en el Parlament, en los platós, en las urnas y en las calles.

Porque frente al silencio cómplice del PP, frente a los medios comprados por el Gobierno, y frente a unos socialistas que ya ni disimulan su traición, la única verdad es esta: Salvador Illa no es un hombre de Estado. Es un burócrata cobarde que sirvió al poder, no al pueblo. Y por mucho que se esconda tras un traje gris, tendrá que rendir cuentas.

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