Colocar juntas la bandera arcoíris del orgullo LGTBI y la bandera palestina encierra una contradicción imposible de ocultar, digna de la sinrazón del progresismo.
Numerosos informes internacionales lo confirman: en la mayor parte del mundo islámico ser homosexual significa vivir bajo la amenaza constante de persecución, violencia y represión legal, incluso es ser candidato a ser ejecutado.
Por eso, quienes ondean ambas enseñas al mismo tiempo, con sus mentiras y su fanatismo, están abriendo la posibilidad de llevar a homosexuales al camino sin retorno de la muerte.
Deberían preguntarse, al estar defendiendo, a la vez, ambas causas opuestas, si están bien de la cabeza y si les asisten dudas, les aconsejaría que se lo tratasen...
Felipe Pinto
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