Si te encuentras solo y sientes que la vida se vuelve contra tu propia carne, o sufres el agrio sabor de la derrota, siempre llegarás a encontrar, cerca, una mano amiga.
No te preguntes por qué aparece, ni de dónde viene, no es tu lamento lo que la trae presta a ayudarte, tampoco es el amor de padre o madre, entregados a calmarte; no llega por nada que la pueda forzar.
Desapercibido, corre en ella su sacrificio, todo en sí es lo más simple y natural, es solo eso, una mano amiga.
Una mano que se abrazará a ti aunque tu no tengas nada que ofrecerle y permanecerá hasta el fin, siempre, a tu lado, a pesar de que no lo hayas merecido.
Ni la dicha ni el dinero la conmueven, tampoco los favores, ni los premios, esas cosas a ella ni la preocupan ni la inquietan, porque tan solo es AMOR lo que la mueve.
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