"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

Al mejor padre del Mundo

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viernes, 5 de septiembre de 2025

LUGARES DE CULTO: EL CAFÉ ROMA

 


EL ROMA.

En el barrio de Salamanca antes de la moda, todos sus vecinos se conocían y su vida, en muchos casos, iba de mercado mañanero y tardes de paseo sin que faltaran, por supuesto, las paradas para tomar un buen aperitivo o una buena copa y si el buen tiempo acompañaba que mejor que en una terraza.

Hoy, el barrio ha perdido casi toda su vecindad, la subida de precios de los pisos, los cuales, muchos se transformaron en oficinas y de los locales comerciales que han dado vía libre a la milla de oro de la moda donde las modestas tiendas de a diario, sucumbieron también, abriéndose lujosas boutiques de marca, las mismas de las capitales más importantes de Europa.

Uno de estos locales en que ahora venden moda italiana, en Serrano esquina Ayala, era el “CAFÉ ROMA”, aunque todos decían El Roma.

Ya de estudiante era el referente diario, al amparo de la cerveza mañanera o de la copa por la tarde ya cerca de la noche.

La entrada por la esquina de Serrano, daba paso a unas cortinas verdosas, a modo de cortafrío, colgadas de una barra semicircular.

Las mesas adosadas a los ventanales de guillotina que se abren con el buen tiempo, con sillas antiguas de madera, asiento y respaldo mullido de color granate oscuro.

En una zona mas elevada, bancos corridos y veladores de madera chapados de Formica blanca, el suelo todo de marmolina, con algunos dibujos en colores desvaídos, todo ello con un toque modernista propio de su apertura, allá por los treintas.

Al fondo y paralela a la calle Ayala, la barra, larga y con tapa de madera barnizada de roble, tubo de latón grueso y dorado para apoyar los pies y otra bajo la madera, donde los afectados por el alcohol se aferran para no caer de sus taburetes redondos y aparatosos, con un asiento que giraba, aumentando el mareo.

De día y a la tarde era un bar normal con señoras y caballeros, señoritas y jóvenes e incluso algún niño que se llevaban a la boca aperitivos sencillos de tortilla, banderilla con huevo o las patatas con salsa Perry, algunas cañitas, cobrando, eso si, una gran notoriedad la marcada ideología patriótica de sus clientes, muchos de ellos, como yo entonces, estudiantes.


(Basado en publicación de "Entre alcornoques")

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