"Lo importante no son los años de vida sino la vida de los años".

"Que no os confundan políticos, banqueros, terroristas y homicidas; el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso.
Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida".

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miércoles, 1 de octubre de 2025

A LOS QUE LLAMAN GENOCIDIO A LO QUE OCURRE EN GAZA

Las guerras son siempre crueles e injustas, y en todas ellas mueren inocentes, sobre todo niños. Pero lo más indignante no es solo la barbarie de los terroristas, sino la hipocresía de quienes, desde la izquierda nacional e internacional, se rasgan las vestiduras por los niños muertos en Gaza mientras callan —o justifican— las masacres perpetradas por Hamás.

El 7 de octubre de 2023 no hubo combate, sino una orgía de sangre contra civiles indefensos: bebés ejecutados en sus cunas, familias quemadas vivas, mujeres violadas en masa y jóvenes asesinados en un festival de música. ¿Y qué dice esa izquierda que se autoproclama adalid de los derechos humanos? Acusa a Israel de genocidio, como si defenderse de semejante atrocidad fuese un crimen.

La pregunta es inevitable: ¿qué tendría que hacer Israel? ¿Quedarse de brazos cruzados y esperar la próxima matanza, o cortar de raíz la barbarie yihadista que amenaza no solo a su pueblo, sino a toda la civilización occidental?

Como decía, el amanecer del 7 de octubre de 2023 quedó marcado en la memoria de Israel con una huella imborrable. No fue solo un ataque armado: fue la irrupción de la barbarie más cruel en la vida cotidiana de aldeas pacíficas, hogares familiares y un festival de música.

Lo que allí sucedió no puede llamarse combate. Fue una cacería humana, donde los más indefensos fueron los primeros en caer.

NiEn el kibutz Kfar Aza, soldados israelíes que acudieron tras el asalto encontraron un escenario dantesco: cunas vacías, juguetes ensangrentados y cuerpos de bebés ejecutados a corta distancia. En Be’eri, familias enteras fueron masacradas en sus casas, sin distinción de edad.

Los investigadores de la ONU y los equipos forenses israelíes confirmaron que los asesinos entraban habitación por habitación, disparando contra los niños como si fueran blancos en un campo de tiro. El crimen contra la inocencia fue total.

Los relatos recogidos en el festival Nova de Re’im estremecen el alma. Mujeres jóvenes fueron violadas en grupo en plena explanada, sus cuerpos dejados como trofeo de guerra ante miles de testigos.

En Be’eri y Nir Oz, otras fueron arrastradas fuera de sus hogares, vejadas y asesinadas. La misión de la ONU sobre violencia sexual lo describió como “información clara y convincente” de violaciones múltiples, mutilaciones y abusos sistemáticos. Incluso en Gaza, los rehenes sobrevivientes narraron violaciones continuas como forma de tortura.

En Be’eri, los terroristas incendiaron viviendas con familias dentro. Los bomberos y rescatistas encontraron cuerpos fusionados con los hierros de las camas, carbonizados hasta la irreconocibilidad.

En Kfar Aza, las llamas fueron utilizadas como arma de exterminio: casas ardiendo con sus moradores dentro, algunos aún con señales de haber estado vivos cuando el fuego los consumió.

El fuego, símbolo de purificación en tantas culturas, fue usado como instrumento de barbarie.

En un solo día, Israel vio cómo se repetían escenas que parecían sacadas de las páginas más oscuras del siglo XX:

Es decir: Niños ejecutados, mujeres violadas y torturadas, familias quemadas vivas en sus casas...

¿QUE HUBIERAS HECHO TU, SI TODO ESTO LE HUBIERA OCURRIDO A TU FAMILIA?

Porque no fue un accidente de la guerra ni un daño colateral. Fue un plan, una estrategia de terror y humillación, para deshumanizar al enemigo y sembrar el miedo en cada rincón de Israel.

F. Pinto 

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