REDUCIR MÁS LA TASA DE ALCOHOL: UNA MEDIDA ABSURDA QUE PENALIZA A LOS CONDUCTORES RESPONSABLES

La Dirección General de Tráfico insiste en su empeño de reducir aún más la tasa máxima de alcohol permitida al volante. Alegan que el número de accidentes con presencia de alcohol ha aumentado, pero evitan dar los datos completos: no dicen cuál era la tasa real de esos conductores. No es lo mismo quien da 0,30 tras una caña que quien circula con niveles cuatro veces superiores al límite actual.

Si realmente quieren combatir la siniestralidad, lo primero sería exigir que se publiquen los datos completos: tasas medias de alcohol en accidentes mortales, proporción de positivos por encima del límite frente a los casos extremos, y qué porcentaje de accidentes corresponde a conductores que circulaban claramente ebrios. Sin esos datos, cualquier medida se parece más a propaganda que a seguridad vial.

En vez de perseguir a los verdaderos irresponsables —los que beben o se drogan y deciden ponerse al volante— se criminaliza a los conductores responsables que toman una cerveza con una comida o una copa con prudencia. De hecho, lo que habría que hacer es lo contrario: endurecer las penas y sanciones a quienes causan accidentes bajo los efectos del alcohol o las drogas.

Lo que extraña profundamente es el momento y el sentido de esta medida, que coincide con otros intentos de reducir la movilidad y limitar el uso del vehículo privado. Cada vez más ciudadanos sospechan que estas restricciones no responden tanto a criterios de seguridad como a dictados de la Agenda 2030, cuyo objetivo real sería disminuir la autonomía personal, controlar los desplazamientos y desincentivar la libre circulación bajo la excusa de la sostenibilidad.

Al final, reducir aún más la tasa de alcohol no es una medida seria contra los accidentes: es una forma sutil de disuadir a los ciudadanos de usar su propio coche, de generar miedo a ser sancionados por un mínimo consumo y de avanzar en una agenda que prioriza el control social frente a la libertad individual.

La seguridad vial no se consigue con prohibiciones absurdas. Se consigue con educación, proporcionalidad y firmeza contra quienes ponen en riesgo la vida de los demás. Pero eso no parece ser lo que busca la DGT con esta medida.

Felipe Pinto.