El voto útil es la mentira más rentable del sistema político español. La excusa con la que el PSOE y el PP llevan décadas engañando a millones de ciudadanos. No sirve para defender a nadie, sirve para defenderlos a ellos. Es el miedo convertido en consigna electoral: vótame aunque no te convenza, porque si no, vienen los otros. Y así, elección tras elección, el votante acaba atrapado en un juego amañado del que parece imposible salir.
PSOE y PP se insultan en campaña y se entienden cuando gobiernan. Representan un enfrentamiento teatral que desaparece en cuanto se toman las decisiones importantes. Votan juntos en Europa, respaldan los mismos consensos, aceptan las mismas agendas globalistas y aplican políticas que siempre recaen sobre los mismos: los ciudadanos, las familias y las clases medias. Cambian los discursos, pero no el rumbo. Cambian las siglas, pero no las consecuencias.
El voto útil ha sido el anestésico perfecto para sostener esta farsa. Se ha utilizado para justificar cesiones, para normalizar renuncias y para pedir paciencia mientras España perdía soberanía, igualdad y prosperidad. Se ha invocado una y otra vez para sostener gobiernos que prometían cambio y entregaban continuidad. Continuidad en las políticas, continuidad en la dependencia, continuidad en el empobrecimiento.
Cuando gobierna el PSOE, el PP protesta. Cuando gobierna el PP, el PSOE espera su turno. Pero el marco no se toca. Nadie rompe con lo esencial. Nadie deshace lo que hizo el otro. Porque ambos forman parte del mismo sistema y viven de él. El voto útil es el pegamento que mantiene esa alternancia sin consecuencias y que impide que se cuestione el modelo de fondo.
Por eso el argumento del voto útil se utiliza con especial insistencia contra Vox. Porque Vox no forma parte de ese consenso. Porque no vota lo mismo en Europa. Porque no acepta la cesión permanente ni el sometimiento a agendas externas. Porque defiende el principio soberanista frente al globalismo compartido por el bipartidismo. Esa es la verdadera razón del ataque constante y del intento de desacreditar su voto.
Decir que votar distinto es “tirar el voto” es una mentira interesada. El voto que se tira es el que se entrega por miedo para acabar siempre en el mismo sitio. El voto inútil es el que mantiene intacto un sistema agotado que ha demostrado, legislatura tras legislatura, que no quiere ni sabe cambiar.
Cuando llegue la hora de votar, no se dejen guiar por la insistencia calculada de unos y de otros reclamando el llamado voto útil. No lo hacen por responsabilidad ni por el bien común. Lo hacen para retener a un electorado al que necesitan disciplinado, temeroso y resignado, dispuesto a votar siempre lo mismo aunque los resultados sean siempre iguales.
El voto útil no es una solución, es la trampa que garantiza que nada cambie. Es el argumento con el que PSOE y PP se blindan mutuamente, se turnan sin consecuencias y evitan que el ciudadano pueda romper el círculo. Cada legislatura confirma lo mismo: más corrupción, más abusos, más privilegios y más distancia entre los políticos y la realidad de la calle.
Cuando se rompa la mentira del voto útil, se acabarán los negocios para el PSOE y para el PP.







